Víctor Montoya*
Eduardo Galeano y la tapa de su libro Las venas abiertas de América Latina
Lo conocí en noviembre de 1982, en la sala de conferencias de la Agencia Sueca de Cooperación Internacional para el Desarrollo, donde asistió para presentar la traducción al sueco de su libro “Las venas abiertas de América Latina”. Me preguntó de dónde era. Le dije que era boliviano. Él cerró sus ojos claros, se arregló la gorra y dijo con voz de locutor: “¿Y de qué parte de Bolivia?”. “De Llallagua”, le contesté. “Tengo muy buenos recuerdos de ese pueblo minero”, acotó.
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Antes y después: 50 años de la novela cumbre de García Márquez
Jaime de la Hoz Simanca • Jueves 31 de agosto de 2017
La edición conmemorativa de Cien años de soledad fue supervisada por Gabo y en ella hay estudios previos de Álvaro Mutis, Carlos Fuentes, Víctor García de la Concha, Claudio Guillén, Pedro Luis Barcia, Juan Gustavo Cobo Borda, Gonzalo Celorio, Sergio Ramírez y Mario Vargas Llosa.
Leer más...Amor y desamor. Locura y ensoñación. Vida y muerte y pasiones. Los grandes temas universales y su extraordinario planteamiento; algunas ideas fragmentarias, algunas posibilidades de explicar la grandeza de Miguel y William, ahora que amerita.
La Paz, Letra Siete de Página Siete, sábado, 23 de abril de 2016
Martín Zelaya Sánchez
Uno concibió 38 obras de teatro —la mayoría tragedias, algunas comedias— casi perfectas, universales, incombustibles; el otro dio vida a dos personajes inmortales, y acaso a la obra literaria más completa y trascendental de siempre. Son, sin discusión, figuras cumbres no solo de las letras británicas y españolas, sino de la historia de la literatura mundial, pase lo que pase de aquí en adelante.
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/Lo más grave de todo es el desastre cultural que estas Navidades pervertidas están causando en América Latina. Antes, cuando sólo teníamos costumbres heredadas de España, los pesebres domésticos eran prodigios de imaginación familiar. El niño Dios era más grande que el buey, las casitas encaramadas en las colinas eran más grandes que la virgen, y nadie se fijaba en anacronismos: el paisaje de Belén era completado con un tren de cuerda, con un pato de peluche más grande que Un león que nadaba en el espejo de la sala, o con un agente de tránsito que dirigía un rebaño de corderos en una esquina de Jerusalén. Encima de todo se ponía una estrella de papel dorado con una bombilla en el centro, y un rayo de seda amarilla que había de indicar a los Reyes Magos el camino de la salvación. El resultado era más bien feo, pero se parecía a nosotros, y desde luego era mejor que tantos cuadros primitivos mal copiados del aduanero Rousseau./
Leer más...Dos sobrevivientes de la historia (sobrevivientes a La Historia). Solo Miguel y William, nadie más.
Luis H. Antezana J.
Parece exagerado afirmar que, para algunos individuos, Cervantes y Shakespeare en este caso, la historia no valdría un bledo.
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