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Que la preocupación de Antonio sea escuchada por los gobernantes

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Yuri Aguilar Dávalos*

Corría el 2002, meses antes a las elecciones generales. Las campañas de las diferentes agrupaciones políticas acaparaban el ámbito nacional, realidad que no era ajena a la Fundación Ernesto Che Guevara, en la que se debatía el acontecer político.

 

En un acto en el coliseo Don Bosco el Movimiento al socialismo (MAS) proclamó a Evo Morales como candidato a la Presidencia y a José Antonio Quiroga como vicepresidente; sin embargo, este último declinó la postulación en el mismo acto. Días después, se propuso a Antonio Peredo como acompañante de Morales, fijándose así la candidatura del MAS.

Mientras tanto los miembros del comité de redacción del boletín Vive, de la Fundación Ernesto Che Guevara, del Antonio Peredo era parte, seguíamos reuniéndonos periódicamente para definir temas y para debatir los acontecimientos políticos. En una de esa reuniones y ya próximos a las elecciones, Antonio, me convocó a que votara por él. Le dije que si sólo fuera por él, lo haría, pero ya que en ese frente había algunos personajes que no eran confiables por su controvertido comportamiento político, no lo haría, además que no creía en la democracia electoral; sin embargo, la campaña que desplegó días antes el representante estadounidense, Rocha, contra el MAS, hizo que decidiera mi voto por esa fórmula, y por supuesto por Antonio, posición que llevó a mucha gente a cambiar el espectro nacional, ya que la candidatura de Morales alcanzó el segundo lugar, desplazando al tercer lugar a Manfred Reyes Villa, quien daba por descontado su triunfo. El primer lugar ocupó Gonzalo Sánchez de Lozada, aunque hubo rumores de que ganó con fraude, pero su gestión no pudo soportar dos grandes protestas populares, la de febrero y la de octubre del 2003, siendo la última la que lo derrotó y provocó su caída.

Conocí a Antonio en el edificio Cosmos, donde funcionaba el semanario Aquí, del que dera Director. Fue a fines de los 80. Su parentesco con los guerrilleros del Che, Inti y Coco, no dejaba de ser cautivante. Al ingresar a las oficinas del semanario me indicaron su escritorio, si mal no recuerdo, junto a las ventanas que daban a El Prado. Me presenté y le solicité que un artículo sobre las luchas sociales durante el período llamado Sexenio (1946-1952), fuera publicado. El encuentro fue muy protocolar y me dijo que le dejara la nota. El artículo fue publicado, aunque una parte fue cortada (me imagino por espacio) donde mencionaba a José Antonio Arze, jefe del Partido de la Izquierda Revolucionario (PIR), cuya participación en la caída del My. Gualberto Villarroel es un episodio cuestionable en la historia del movimiento obrero; sin embargo, ese suceso fue en parte "limpiado" cuando varios militantes del PIR renunciarían a éste para fundar el Partido Comunista de Bolivia. Sobre el recorte de ese artículo nunca tuve la oportunidad de preguntarle el porqué de esa omisión.

Poco tiempo después mi colaboración con el semanario Aquí fue más continua, y por ende se puede decir que con Antonio entonces éramos conocidos. Además, en ese tiempo la Coordinadora de Solidaridad con los Pueblos Indígenas, aumentó sus actividades, las que tuvieron relevancia con la Primera Marcha Indígena por el Territorio y la Dignidad realizada en 1990.

Con ese suceso que marcaría en la historia de Bolivia el inicio de la lucha organizada de los indígenas de las tierras bajas (que hoy continúa con la IX Marcha de 34 pueblos indígenas que están movilizados en defensa de sus territorios, de su dignidad, del medio ambiente, la vida y la democracia) se acentuó la convergencia entre la Coordinadora de Solidaridad y el semanario Aquí, logrando que en éste se publique, mensualmente, la separata "Solidaridad", de la que participé hasta el cierre de ese periódico (en su primera etapa) en 1993. Con esa actividad mi presencia en el Semanario fue más continua, aunque la relación con Antonio era aún distante, más todavía porque en ese último tiempo ya no ocupaba la Dirección.

Años después, en 1997, durante la preparación del 30 aniversario de la caída del Che en Bolivia, se formó la Fundación Ernesto Che Guevara, a cuyas reuniones llegué no sé exactamente por invitación de quién. Lo cierto es que la vida, los escritos e ideas del Che convocaron a varios compañeros con los que aún tenemos contacto y, desde luego, Antonio Peredo allí estaba.

Las reuniones semanales de la Fundación, con análisis político de la coyuntura y preparación de los actos que se realizarían en octubre de ese año, motivaba debates y actividades. En ese tiempo entablamos con Antonio más amistad, la que devino en confianza hasta la última época de su caminar.

El lunes 28 de mayo lo fuimos a visitar con Remberto Cárdenas a su domicilio. Lo vi fatigado pero sereno y sobrio como siempre. Conversamos sobre el acontecer político y las preocupaciones coincidentes que se reflejan en su artículo publicado en la edición de Aquí N° 65, y que ahora se vuelve a publicar.

Un día antes de su despedida comentaba a una querida amiga y compañera cómo se nos van muchos luchadores que verdaderamente arriesgaron su vida para que hoy vivamos casi distendidos y sin pensar en llevar bajo el brazo nuestro testamento, aunque no deja de preocuparnos la suma de conflictos irresueltos, la división de sectores y organizaciones populares, las actividades crecientes del narcotráfico, la inseguridad ciudadana, las denuncias de corrupción... en fin, la crisis que Antonio la calificó "como la más grave en la historia de este gobierno".

Esperamos que esa preocupación de Antonio sea escuchada por los gobernantes, al menos como un reconocimiento a él y a muchos luchadores que quisieron y quieren que no se sigan reproduciendo las viejas formas de gobernar, para que las oportunidades de trabajo y bienestar sean para todos y más para los sectores empobrecidos, para que la impunidad no campee y afirmemos con seguridad que transitamos libres, en una sociedad con democracia popular que respeta nuestros derechos y que cumple sus obligaciones.

Las últimas sentencias de Antonio deben ser escuchadas: "Una sola es la salida favorable: la rectificación del andar gubernamental y el retorno al proceso de cambio (...) El proceso de cambio tiene posibilidades de salir de esta crisis y fortalecerse. Para ello, cada uno de nosotros debe ser responsable, sentir que tiene un papel que cumplir. La organización, la formación de una estructura política orientadora, la toma de decisiones creando instituciones del Estado Plurinacional es la ardua tarea que está por delante. Pero nadie dijo que este proceso transitaba una carretera asfaltada".

*Historiador y periodista.

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