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Daniela: mamá y veterinaria de corazón.

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Testimonio de vida

Marcela Teresa Barrios Borda

(AquíCom 22-06-14) Lo más bonito de trabajar con los animales es haber salvado una vida. Era moquillo. Del moquillo no se salvan todos los perritos y mucho menos las crías. Era una cría, era un “chapi” color blanco. No se podía salvar. Y la niña que lo trajo no tenía dinero para pagarnos. Entonces yo le platiqué a mi doctora, a mi jefa, Y me dijo: sálvalo, pero tú lo tienes al perrito. Y lo he salvado.

Se salvó y la perrita está grandota y está en mi casa. La adopté, se llama Maya. Ya tiene un año y medio. Cuando la veo recuerdo que la salvé, se la regalé a mi mamá, porque como somos dos hermanos que ya somos grandes, mi mamá y mi papá se sentían solos y le regalé a la perrita. La han educado como a su hija, le compraban su ropita, le daban su comidita, todo. Y ahora está grandota, la cuidan mucho.

Esta vivencia es la más grata y linda que viví cuando estaba trabajando en el Centro Veterinario San Judas Tadeo, de Villa San Antonio de la ciudad de La Paz, en Bolivia. Fue en el 2012, cuando estudiaba y trabaja, cuando estaba soltera. Soy Daniela, tengo 22 años y actualmente soy estudiante de Medicina Veterinaria en la Universidad Mayor de San Andrés.

Cuando estaba trabajando también viví momentos difíciles y feos. Lo más feo que me tocó vivir fue la eutanasia en una gatita que estaba preñada y le faltaban unas tres semanas para parir. La dueña vino y dijo que la gata era una fregada, que los rasguñaba. Yo le dije déjela acá, yo me voy a hacer cargo de los gatitos, si quiere hágala dormir a la gata pero a los gatitos no; van a necesitar también a su mamá le dije.

La dueña decía no, no, no, no. Hágala dormir sí o sí. Señora, si buscamos una casa hogar, una casa donde adopten a los gatitos y también a la gata, tal vez cambie la situación porque el animal no es agresivo de por sí, sino lo hacen agresivo. Hay que entender a los animales, le dije.

Ella dijo no. Hágala dormir. Con todo el dolor de mi alma yo le dije, no.

La verdad es que no los hacen dormir como me han enseñado. Esa doctora, ha sido una buena doctora que me ha enseñado a dormir bien a los animales, pero era mi primer animalito. Era la primera vez que me pedían algo así.

Le decía no señora, no señora y me dijo hágala dormir o la voy a llevar a otra veterinaria.

En esos otros lugares hay veterinarios que lastiman a los animales. Han llegado rumores y venían siempre donde mí para que cure a los animales.

Entonces, le hice dormir a la gatita. A la señora le dije de todo, me valió porque me dolió mucho. Se fue la señora con su gatita, me di la vuelta y entré adentro y me puse a llorar. Fue lo más doloroso que me tocó vivir en mi trabajo.

Por eso les pido a las personas, dueñas de animalitos, que los cuiden bien, no importa que sean agresivos o sean juguetones. A los animales hay que entenderlos, son como las personas, son como niños. Por más que te hagan renegar, tienes que tratarlos con amor para que crezcan con amor.

Pasa que en varios animales, como en el caso de la raza pitbull. Dicen que es una raza asesina. No lo es. Sus ancestros son los asesinos. Pero la gente que cría a esta raza de perros debe darles amor, ternura. Pero si una persona les da agresividad, no les da cariño, no les da la comida adecuada, el ejercicio que requiere el animal, obviamente, que este animal se va volver agresivo, al igual que un gato.

Los dueños también deberían llevar a sus animalitos al veterinario para saber lo que tiene en caso de que estén enfermos y no dejarlos morir. Muchas veces han llegado a la veterinaria, animales un día antes que se mueran. Los llevaban ya tarde y nos culpaban por no hacer maravillas o revivirlos.

El tiempo de vida de los animales depende de los cuidados y de la raza. Los perros de raza pequeña pueden vivir hasta 20 años, los de la raza mediana viven entre 18 a 20 años y los perros de raza grande viven unos 15 años, porque envejecen más rápido.

Antes estudiaba en la Universidad Loyola y lo dejé. Y en la primera oportunidad que me dieron acá y abrieron la carrera de Medicina Veterinaria en la UMSA, me vine directamente a pasar los cursos de prefa (pre-facultativo) y todo eso.

Entré a carrera el 2012 y ese mismo año también comencé a trabajar en el Centro Veterinario San Judas Tadeo. Fue un semestre en el que estaba trabajando y estudiando a la vez.

Pasaba clases en la mañana y en tarde. Los miércoles y los sábados tenía clases en la tarde y los sábados en la mañana.

Así que le he charlado a mi jefa, a la doctora con la que trabajaba en esa clínica para que me dé esos horarios para que pueda trabajar y estudiar. Lo que quería, sobre todo, era aprender  porque es mi carrera, a lo que estoy entrando y lo que ejerceré cuando termine mis estudios.

Conseguí ese trabajo gracias a mis compañeros de carrera. Tenía compañeros de quinto año que trabajaban en la veterinaria y uno de ellos me ayudó a tener ese trabajo.

He aprendido a vacunar, a curar varios tipos de enfermedades, envenenamiento y suturas. Si bien la doctora era la que operaba, yo era la que atendía a los animalitos. Entonces he tenido que aprender a la fuerza porque, además, la doctora salía ya que era también distribuidora de fármacos para animales. Entonces, a mí me tuvo que enseñar sí o sí, a la fuerza. Y he aprendido de todo.

He aprendido mucho con esa doctora y he trabajado hasta que me embaracé. Trabaje el primer semestre de 2012.

En ese año conocí a una persona y que me cambió todo el rubro, por enamorar. No digo que fue un error, pero realmente fue un gran desequilibrio en mi vida. He enamorado, estaba con esa persona. Tengo una hijita con él, ella tiene tres meses.

Y he tenido que dejar de trabajar porque en la veterinaria había muchos virus y bacterias. Porque, para identificar cuál es la enfermedad de un animal, hay que ver sus vómitos, hay que, también, oler el excremento y saber qué virus es o qué bacteria es. Se debe ver el color y todo eso.

Y yo al estar embarazada exponía a mi bebé a algún mal. No quería dañar a mi hija, ni dañarme a mí misma. Entonces tuve que dejar el trabajo, con todo el dolor de mi alma.

Hoy no estoy trabajando y necesito trabajo, pero mi hija también me necesita. Por eso estudio y a la vez atiendo a mi bebé. A veces me llevo a mi hija a clases, pero hay docentes que no soportan niños, por más que estén callados, no soportan el ruido de un bebé o que estén balbuceando.

Tengo clases en la mañana, al medio día y en la tarde. En la mañana paso medicina, a medio día agronomía y en la tarde, una vez a la semana, agronomía.

Actualmente, estoy en mi segundo año de carrera. Paso clases en la Facultad de Medicina y en la Facultad de Agronomía.

No me está yendo muy bien. En realidad me está yendo mal porque uno, mi carrera no es tan frecuente y no está pisando bien. Los ingenieros de Agronomía nos “bajonean” mucho porque creen que les estamos quitando gente. Aparte que nuestras materias son semestrales, a veces se abren y a veces no se abren. Y si perdemos una materia nos perjudicamos nosotros.

A veces se abren las materias una vez al año y resulta que avanzamos un semestre por año. Sufrimos de eso, casi la mayoría de mis compañeros.

Cuando he entrado, era mi primera gestión de veterinaria, éramos 70. Ahora que hay la tercera gestión somos una cosa de 140. Estamos aumentando gente. Los ingenieros que son de “prefac” los aplazan, sólo para que no haya gente en Veterinaria.

Vivo con mi mamá, mi papá y mi hija: su nombre es Bianca Desiré. Ella —mi hija— es habladora, a veces creo que será periodista porque es bien viva y curiosa.

El papá de mi hija la visita, la ve, pero es como si no estuviera porque me deja toda la responsabilidad y no ve el cansancio que yo tengo. Por las noches no concilio el sueño, me quedo despierta hasta tarde para hacerla dormir, entonces él no entiende esa parte.

Dos veces en la noche toma leche. Tiene horarios definidos. Despierta a las cuatro y seis de la mañana.

Al verme así tan cansada, mi mamá me dice, que descanse mientras duerme mi hija, pero lo malo es que no puedo dormir en las tardes. Tengo la costumbre de no dormir en las tardes, sólo por las noches.

A pesar de todo ello, estoy satisfecha por ver crecer a mi hija, por verla reír. Aprendo de ella y no estoy sola, estoy acompañada, estoy con ella.

Con su papá tuve muchos problemas, hasta que por eso decidí irme de su vida. Una de las causas fue los cambios de humor, míos y también de él. No nos entendíamos.

Pero digo, si alguien está con esos cambios de humor se la debería apoyar, además yo estaba embarazada de seis meses. A los ocho meses de mi embarazo yo me fui a otro lugar, me fui a Argentina, a la casa de mis tías, porque aquí estaba atrofiada con él, estaba triste.

Mi hija nació en Argentina. Por eso tiene doble nacionalidad, es argentina y boliviana (AquíCom 22-06-14).

MTBB/06/2014

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