Claudio Cinti - 03/05/2013
Acabo de leer tu correo. Me pides que me anime a escribir algo sobre la obra de Jesús, y la verdad quisiera hacerlo de todo corazón, pero es que mi corazón no sirve mucho en estos momentos, y mi mente está demasiado trastornada.
Leer más...Recuerdos
“Su universo literario estaba lejos, muy lejos de todos nosotros...”, comenta el autor.
Wilmer Urrelo - 03/05/2013
Escritor
Tres, tres veces leí Tirinea. La primera fue hace muchos años, cuando todavía era un estudiante universitario. Debo confesarlo abiertamente: esa vez no entendí casi nada.
Leer más...Fernando Barrientos - 03/05/2013
En mi último año de colegio, desorientado y buscándome a mí mismo, empecé a leer el suplemento Presencia Literaria que dirigía Jesús Urzagasti. En sus páginas dominicales descubrí a André Breton, Paul Eluard, Dylan Thomas, Chatwin y a muchos otros.
Leer más...Reseña
PARA muestra, basta un botón... una de las novelas del maestro Jesús Urzagasti
Aldo Medinaceli - 03/05/2013
Literato
En la primera frase aparece la idea de conseguir un jeep, no un vehículo convencional, sino un instrumento de viaje, una prolongación a los pies del viajero.
Leer más...Por: Jorge Luna Ortuño
No volveremos nunca de ese país
al que todavía no hemos ido.
Nos quedaremos allí
como rehenes nocturnos del verano
y sólo al alba reconoceremos
la belleza de sus habitantes
con la mirada del amor
Jesús Urzagasti, Correspondencias
Comencé a leerlo una mañana soleada del 2009 en un rincón de Sopocachi.Tirinea (1969), su primera novela, se me apareció entonces como un juego de columpios en el parque, eran idas y venidas, me hacía respirar la humedad de la tierra y luego me arrojaba hacia arriba, donde sentía que las puntas de mis pies casi tocaban el cielo. Tomé los vasos de agua que me correspondían y semanas después lo conocí en persona. ¿Cuántas veces se tiene la dicha de conversar con el autor de los libros admirados? Aquella vez tuve ese privilegio, que se multiplicó por cinco, pues comenzó también una amistad única con su adorable familia. Curioso que su morada se encontrara a sólo tres cuadras de la mía, y que en tantos años de trajinar por esos rumbos ni siquiera lo haya sospechado.
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