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Gobernantes enfrentan a normalistas en lucha con prácticas neoliberales

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Remberto Cárdenas Morales*

Desde el ministerio de Educación decretaron un receso de 15 días, de las clases en las normales de Cochabamba y Tarija, para acabar con acciones de protesta y demanda de estudiantes de las normales del país. Para ello un "argumento" del Viceministro de Educación Superior es que aquella lucha de los futuros profesores es por el liderazgo de la organización que representa a la población estudiantil de aquellos centros de formación de docentes.

 

El conflicto que involucra a 36 escuelas normales y a la mayoría o a todos sus miembros demanda una nueva "malla curricular", es decir, la lista de materias que se deben estudiar en aquellos centros de profesionalización. Sobre la base de la lista de materias se elaboran los programas de contenidos mínimos y analíticos, el cuerpo docente, ambientes, presupuesto...

Dirigentes de los normalistas (desconocidos por los gobernantes, para lo que no tienen derecho) informaron de que la dirección estudiantil firmó un convenio con autoridades del Ministerio de Educación el que fue modificado por el máximo ejecutivo de aquellos estudiantes, comportamiento que pudo ser impuesto o "comprado" y que provocó la división de la dirección estudiantil. Además, en un congreso de aquellos estudiantes, realizado en La Paz, una hermana del Gobernador de La Paz, trató de dividir a la reunión nacional de modo que se constituya una dirección estudiantil paralela que haga lo que "quiere el gobierno" en las normales y, específicamente, respecto de la malla curricular, según datos recogidos por Aquí.

El Viceministro de Educación Superior ha dicho a los medios que él dialoga con el sector estudiantil reconocido por la COB el que, añadimos, no tiene el reconocimiento de la mayoría de los estudiantes normalistas.

Además de la división provocada por los gobernantes, en Paracaya (Cochabamba) un bloqueo de la vieja carretera Cochabamba-Santa Cruz fue intervenido por los pobladores del lugar y los policías, de acuerdo a imágenes de la televisión cochabambina, se limitó a mirar y a impedir que los estudiantes mantengan la medida de fuerza que interrumpió el uso, con piedras, de al menos 10 kilómetros de aquella carretera.

Es decir, esa medida de los pobladores contra el bloqueo sucedió como pretenden ciertos gobernantes que, ante un conflicto, alientan el enfrentamiento entre gente del pueblo como vía de solución o cuando menos para que se suspenda un bloqueo de caminos, tal el caso citado.

Provocar la división de organizaciones del pueblo es otra práctica de aquellos gobernantes. Para aplastar el conflicto de los normalistas, el Viceministro de Educación Superior, además, ha determinado que los que estudian en un sistema anual paralicen actividades, en tanto que los que estudian en semestres académicos sigan en clases. Los normalistas movilizados viven un receso obligado y los otros del semestre académico realizan práctica docente.

Divide para reinar, esa práctica que viene desde el imperio romano, ahora la utilizan miembros de un gobierno, que todavía se autodefine como del pueblo, para aplacar y/o derrotar a los normalistas, así como lo hicieron con otros sectores sociales movilizados: indígenas de las tierras bajas, afiliados a la COB en su demanda por aumento de salarios, a los choferes que anunciaron una huelga indefinida para conseguir la abrogación de un decreto supremo que dispone el retiro de vehículos con siete y más años de uso, desde el año 2018.

Docentes de normales que sí tienen un comportamiento crítico y autocrítico respecto de su labor, hace tiempo han dicho que los centros de formación de profesores son los que requieren de una reforma urgente. Por su parte, expertos aseguran, asimismo, que para formar nuevos profesores, para la reforma que se busca en Bolivia (añadimos), se necesitan 20 años. Recordamos que, entre nosotros, ni siquiera empieza esa actividad.

Los gobernantes, sin alentar divisiones ni empeñarse en aplastar a los estudiantes de las normales deben discutir con los delegados estudiantes (con apoyo verdadero) para aprobar, por consenso, aquella malla curricular o lista de materias, así como los otros planes para la reforma de las normales en base a la Ley Avelino Siñani y Elizardo Pérez a la que, dicho sea de paso, le falta un reglamento para ser aplicada.

Una verdad conocida por los miembros de la comunidad educativa no tiene que ser soslayada por los gobernantes: es de difícil o de imposible ejecución una reforma educativa sin los profesores y más aún en contra de ellos.

Subrayamos: una reforma de la escuela, progresivamente o de a poco, tiene que impulsarse con otros profesores o con quienes fueron ganados para la materialización de esa reforma de la escuela.

Incluso la UNESCO en un Informe sobre la "Educación para el siglo XXI", además de diagnosticar la situación de aquel servicio y, específicamente, la de los profesores, deja constancia de que los educadores tienen desencuentros con la sociedad, los que deben resolverse para asegurar que la educación "sea para toda la vida", a partir del ciclo básico, esencial para la atención de los requerimientos de una reforma, como la boliviana.

En ese Informe se añaden "(...) recomendaciones relativas al contenido de la formación de los docentes, a su pleno acceso a la formación permanente, a la revalorización de la condición de los maestros responsables de la educación básica y a una presencia más activa de los docentes en los medios sociales desasistidos y marginados, donde podrían contribuir a una mejor inserción de los adolescentes y los jóvenes en la sociedad".

Cuando leemos recomendaciones como la citada, los que todavía creemos en la necesidad de defender, consolidar y profundizar los cambios en Bolivia (rescatar y reconducir el proceso revolucionario, dicen otros), nos convencemos de que gobernantes, como los señalados, se ocupan de las cosas pequeñas, de las que habló Sergio Almaraz Paz, cuando constató que la Revolución de abril de 1952, precedida de una insurrección popular que derrotó a la vieja rosca minero-feudal y a su ejército vivía una regresión al pasado. Por cierto que tenemos en cuenta las distancias para sugerir aquel paralelo implícito porque, con Marx, creemos que los hechos en la historia ocurren como tragedia y se repiten como comedia. Pero a los antecedentes, cuando se trata de revoluciones o de reformas, no se los debe perder de vista.

A pesar del nuevo desatino gubernamental que nos preocupa, todavía esperamos que las autoridades del Ministerio de Educación, sobre todo de los que militaron en la izquierda (de la que no tendrían que renunciar a lo mejor de su herencia), abandonen prácticas neoliberales con las que quieren sepultar la lucha de los normalistas y se empeñen en lo esencial: impulsar la reforma de las normales con la comunidad educativa, con el pueblo y, en particular, con los futuros profesores, en vez de asumir actitudes policíacas como las de estos días.

La Paz, 18 de junio de 2011.

*Periodista

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