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Golpe suave en Bolivia existe en la cabeza de voceros del oficialismo

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De sábado a sábado 345

Remberto Cárdenas Morales*

Desde esta columna y desde el semanario virtual Aquí hemos sostenido y sostenemos que es difícil que se intente y/o que triunfe un golpe en Bolivia mientras funcione, como que funciona cada vez de manera más visible, la alianza del presidente Morales con los empresarios grandes, criollos y transnacionales, y los propietarios medianos, los cooperativistas-empresarios mineros entre éstos. Alianza de clases que con certeza no le resulta políticamente desafecta a los yanquis.

La historia boliviana, además, muestra que los golpes tradicionales triunfantes nunca ocurrieron sin apoyo o al menos sin la tolerancia de la Embajada yanqui y/o de algún organismo de inteligencia yanqui, con sus agentes de fuera o que operan en nuestro país. Con frecuencia, los uniformados (entre los que se debe incluir a los policías uniformados y a los vestidos de civil) son muy bien pagados por los jefes golpistas. A días de los 44 años del golpe militar-fascista de Banzer cabe recordar que Erwin Gasser, ex propietario del Ingenio Azucarero La Bélgica dijo, para la revista Stern, que los oficiales del Ejército boliviano no resistían un cañonazo de 5.000 dólares cuando se les pedía su participación en una acción golpista.

Entonces los empresarios cotizaron para financiar los golpes. El que encabezó Banzer recibió aportes de empresarios nacionales y, por intermedio de éstos, de capitalistas extranjeros. Se sabe que dueños de la Gulf Oil Co., nacionalizada durante el gobierno de Alfredo Ovando Candia, conspiró contra el gobierno de Juan José Torres y entregó dinero para el golpe banzerista.

Ese golpe tuvo como base social de apoyo a las militancias del MNR y de FSB. Este partido tuvo comportamiento golpista, durante la llamada Revolución Nacional (1952-1964), así como después: dirigentes falangistas, ejecutaron acciones terroristas con el Ejército Cristiano Nacionalista, cundo gobernaba Torres, por ello también se explica que la Falange haya formado parte del comando miliar fascista en 1971. El movimientismo era y es como dijo Walter Guevara Arze: tiene tal vocación de poder que cuando está en el llano se alía con Dios o con el diablo para retornar al Palacio de Gobierno.

Los golpistas inventan si es necesario alguna consigna. En 1971 se planteó, entre otras cosas, que había que evitar que Bolivia sea convertida en otra Rusia o en otra Cuba. Se añadía que la Asamblea del Pueblo quería decir que los soviet, muy pronto, impondrían su dictadura en Bolivia. Incluso Melchor Pinto Parada, máximo dirigente cívico cruceño, entre sus seguidores más confiables, difundió que era preferible que Santa Cruz pertenezca a Brasil, en vez de continuar en Bolivia soviética o comunista.

El golpe de estado que entronizó a Banzer en el Palacio Quemado tuvo apoyo, especialmente político, de la dictadura de Brasil, la que puso punto final a un proceso progresista en aquel país vecino (1964). Era el tiempo en el que los gobernantes impusieron lo que llamaron las “fronteras ideológicas”, es decir, que un régimen sociopolítico suyo, se extendía según sus ideas, no según el territorio físico propio, lo que no niega el comportamiento expansionista de los “bandeirantes” portugueses —colonizadores de Brasil— y luego de los nativos. El ex secretario de Estado de EE.UU., Henry Kissinger, dijo en ese tiempo que hacia donde va Brasil lo hace Latinoamérica.

Nosotros tenemos claro que los Estados Unidos, con Obama incluido, no han abandonado sus planes para la dominación mundial y que en Nuestra América, aunque no se la mencione, sigue vigente para ellos la llamada Doctrina Monroe: La América para los Americanos, lo que debemos entender como se dijo antes: América para los norteamericanos o estadounidenses.

Específicamente, lo más probable es que entre sus planes tenga alguno que busque sepultar al gobierno de Juan Evo Morales Ayma. Sin embargo, en este momento los golpes de estado no son prioridad y éstos no se improvisan, se planifican, a pesar de que tiene su papel en ellos la espontaneidad. La planificación de un golpe, aunque aquélla es secreta, en Bolivia siempre trascendieron y se supo de ellos, casi siempre, con anticipación, aunque sin los detalles de día y hora de su estallido.

Tenemos claro, asimismo, que los golpes de estado no se repiten tal cual. Y esto por lo que dijo Marx: que los hechos una vez se dan como tragedia y cuando se repiten ocurren como comedia.

Más aún: dicen que los llamados golpes suaves se implementan en Brasil, Venezuela y Ecuador, según el sociólogo Eduardo Paz Rada (Ver el semanario La Época del 23 de este mes). Sin embargo, es preferible que citemos en esta nota a protagonistas y o actores de los procesos de esos países suramericanos porque a ellos se les creerá más:

Frei Betto ha escrito un libro (La mosca azul) en el que busca demostrar el porqué el proceso de Brasil está como está: entre otras cosas en Brasil, con Lula empezó una alianza de una parte de los empresarios, nacionales e internacionales, por lo que incluso la orientación de los cambios está en riesgo de una regresión. Los movimientos sociales que han marchado el otro día en apoyo a la presidenta brasileña han dicho que su movilización también está en contra de esas contramarchas del gobierno al que respaldan. Leonardo Boff, el teólogo brasileño que dijo que a la primera encíclica del papa Benedicto XVI le falta un poco de marxismo, ha propuesto que el Partido de los Trabajadores (PT) de aquel país, viva la purificación del fuego y del agua, como el Ave Fénix. (Publicamos esa nota en esta edición de Aquí). El principal dirigente de uno de los partidos comunistas que apoyó al gobierno de Lula afirmó que éste lo que quería, especialmente era consolidar a su país como la séptima potencia capitalista del mundo. Y lo es ahora.

También publicamos una entrevista a un coronel chavista sobre lo que ocurre en la Revolución bolivariana de Venezuela. Entre tantas otras cosas, ese uniformado que no se muestra como enemigo de aquélla, dice que entre los que promueven la guerra económica en el país suramericano, también hay colegas suyos. Ese es uno de los rasgos de la corrupción. Varios de los datos de aquel coronel sobre Venezuela, al menos se parecen a los que ocurren, ahora, en Bolivia.

Respecto de Ecuador nada mejor que reproducir lo que dijo, respecto de la Revolución ciudadana, nada menos que el que fue presidente de la Asamblea Constituyente ecuatoriana, Alberto Acosta: Que nadie en Ecuador hizo tanto como Correa para modernizar el capitalismo. O: “En Ecuador se está viviendo un retorno a la derecha”. Los indígenas de ese país se alzan contra medidas que allí se toman y que afectan sus intereses legales y legítimos, de acuerdo a ellos mismos.

Atilio Borón, ha dicho que se han estancado los procesos de cambio en Latinoamérica. Aquel politólogo es amigo de esos procesos, como lo es del boliviano. Esa afirmación se la lee en Le Monde Diplomatique, edición boliviana en español.

El presidente Morales señaló que no “permitirá” un golpe en Brasil y que él defiende a la presidente Dilma Rousseff. Pero incluso la mandataria carioca cree que debe dialogar con los que marchan en su contra para discutir salidas a la crisis política que enfrenta su país.

Los mandatarios de los países citados algo tienen que hacer con urgencia: con sus pueblos deben buscar soluciones a las crisis que confrontan; con los pueblos y jamás contra ellos. Nos atrevemos a entregar esta opinión, aunque entendemos que son esos pueblos y sus gobernantes los que tienen que encontrar salidas a sus crisis, sin intromisiones como la nuestra, la que quizá no es marginal del todo porque en otros lugares se piensa así, con lo que nosotros coincidimos.

En cuanto al golpe suave que se ensaya en Bolivia, según voceros del actual gobierno boliviano, como los funcionarios del Ministerio de Trabajo, una lectura de la realidad actual, confrontada incluso con lo que dicen los que ofrecen planes para ejecutarlos, nos lleva a una conclusión contrapuesta.

La denuncia del golpe suave en nuestro país está destinada a que con el pueblo condenemos ese supuesto golpe y respaldemos al presidente Morales, en este momento en el que algo le preocupa por sobre todas las cosas: su reelección indefinida o su “repostulación”, como aconseja que digamos el segundo mandatario.

Es que las condiciones del golpe suave, de acuerdo al manual que se difunde entre nosotros, no aparece en la realidad, aunque sí existe en la cabeza de voceros del oficialismo.

La Paz, 22 de agosto de 2015.

*Periodista 

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