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Medios y periodistas actores y/o facilitadores de la política

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De sábado a sábado 402

Remberto Cárdenas Morales*

Decir que los medios de difusión deben informar, comunicar, opinar e interpretar, como establece la Constitución Política boliviana; establecidos como derechos individuales y colectivos, parece una afirmación ociosa.

Con esta nota, sin embargo, se busca mostrar que esas actividades periodísticas —determinadas para todos los habitantes de esta tierra— llevan inevitablemente a medios de difusión y a los periodistas a ejercer la política o a operar como facilitadores. Por extensión se incorpora a todos los trabajadores de los medios: fotoperiodistas, correctores, gráficos, secretarias y otros que participan, directa o directamente, del quehacer periodístico.

Sobre todo en el siglo XIX, en Bolivia, casi todos los periódicos escribían que iban a difundir (y lo hacían) el desempeño de tal o cual partido político, las ideas de esa agrupación, etc.

El periódico que dirigió Cirilo Barragán dio cuenta de que difundirá las actividades de un partico que podríamos decir por él que era proliberal. Barragán, uno de los dueños de la publicación y uno de sus principales redactores, fue fusilado por orden de Melgarejo.

Hubo voceros de los excombatientes de la Guerra del Chaco, los que explicaron los alcances de aquella que fue definida como guerra estúpida.

Son conocidas, por ejemplo, las crónicas que sobre esa guerra, provocada por empresas petroleras, escribió Augusto Céspedes.

En la década de los años 40 del siglo pasado, el diario La Calle, fue el periódico que divulgó el trabajo y la lucha de los mineros, así como las masacres de trabajadores del subsuelo (y de campesinos), ordenadas por el Ejército de la rosca minero-feudal; asimismo, este periódico llevó hasta los lectores el nacionalismo y/o el nacionalismo revolucionario, ideas asumidas especialmente por el MNR.

El Diario, La Razón (anterior a 1952) y Última Hora, fueron propagandistas de los grandes empresarios mineros (Patiño, Hochschild y Aramayo).

Las publicaciones periódicas y esporádicas de la izquierda fueron diversas, pero irregulares en su circulación y sólo o fundamentalmente popularizaron los puntos de vista de las organizaciones políticas que los fundaron, y lo hacían como órganos oficiales suyos.

La excepción meritoria es Masas, órgano oficial del Partido Obrero Revolucionario (POR).

La COB editó Rebelión, un periódico de circulación eventual, así como la FSTMB publicó otro tabloide que se llamó Primera Punta, también de circulación temporal.

La Prensa, un impreso tamaño estándar, salió a la venta todos los lunes, durante el gobierno del Gral. Alfredo Ovando, fue de propiedad de la Federación de Trabajadores de la Prensa de Bolivia (ahora Confederación Sindical de Trabajadores de la Prensa de Bolivia). La Prensa entregó a sus lectores sobre todo opiniones, así como Rebelión y Primera Punta.

Estas publicaciones sindicales defendieron los recursos naturales del país, los derechos de los trabajadores y postularon la liberación de Bolivia, desde posiciones antiimperialistas.

Apoyados en Lenin, decimos que varias veces, sin lograrlo, esos medios (de la izquierda), fueron organizadores y agitadores colectivos y, menos veces fueron propagandistas sistemáticos de las ideas de los partidos que los fundaron.

En el último tiempo los diarios y otras publicaciones ocultan cuanto pueden no sólo su pertenencia sino sus vínculos con partidos, ideologías y/o empresas; presumen de independientes, pero nada tienen de tales.

Presencia, pese al nivel que alcanzó, antes y después del Concilio Vaticano II, divulgó propaganda contra la Revolución Cubana de un Comité Boliviano Anticomunista. Además, uno de los codirectores de este diario católico se opuso a que el Partido Comunista de Bolivia publique una solicitada con opiniones sobre la victoria del pueblo que acabó con la dictadura de Banzer.

El semanario Aquí nunca pretendió ser independiente, por eso llevó tras de su nombre, el slogan “Semanario del Pueblo”. Y lo fue sobre todo con su director-fundador, Luis Espinal Camps y los religiosos y laicos que lo siguieron. En una ocasión, Espinal dijo, con letras de fuego, que los periodistas vendemos nuestra fuerza de trabajo, pero no nuestra conciencia, aunque nos la quieren comprar, añadió. En sus escritos también se encuentra otra afirmación suya, la que vale como una definición duradera: El periodismo es de clase, es decir, este oficio no está ni por debajo ni sobre las clases sociales, sino que se desenvuelve en medio y como parte de la lucha de clases sociales: la locomotora de la historia, para decirlo con las palabras de Marx.

La Razón contemporánea, organizada por empresarios grandes del último tiempo en Bolivia (ahora aparentemente de propiedad del primer y del segundo mandatarios de Bolivia), en una ocasión avisó que iba a realizar campaña electoral en favor de Ronald Mclean, candidato a alcalde de La Paz. Y la realizó. Al menos una vez aparecieron los principales realizadores de ese matutino en una proclamación del sobrino de Abaroa.

El diario El Deber de Santa Cruz, autodefinido como “Diario Mayor”, reorganizado por la familia Rivero, con dinero de la herencia de su fundador, un abogado que fue Presidente de la Corte Superior del Distrito en la ciudad oriental —de acuerdo al entonces director Pedro Rivero Mercado—, de cuando en cuando, en editoriales, afirma que hay quienes en nuestro país “inventan” la lucha de clases y que desde sus páginas defiende los intereses cruceños.

La lucha de clases no fue descubierta por Marx, el mérito en cambio es de historiadores franceses, como aclaró el fundador del marxismo. Sin embargo, el aporte del autor de El Capital es que la lucha entre las clases, inevitablemente, lleva a sustituir un modo de producción caduco, por otro más avanzado y en auge.

Esa lucha de clases sociales ocurre más allá de la voluntad de la gente y tiene lugar en los ámbitos político, económico ideológico y cultural, cotidianamente y jamás de manera “intermitente”, como equivocadamente dijo el vicepresidente García Linera, para Le Monde Diplomtique, edición boliviana en español.

Página Siete, el más nuevo de los matutinos paceños, fundado por empresarios, representa y defiende intereses de sectores de las clases aún dominantes en nuestro país, aunque los gobernantes la culpen de transmitir mentiras, incluidas las que surgen del Estado, del gobierno, de los empresarios, de los dirigentes sindicales, de los dirigentes políticos, especialmente.

Dos referencias sobre lo que dijo el diario El País de España: En la edición número uno, en su presentación, afirmó que ese diario iba acompañar la transición de la dictadura (franquista) a la democracia. Esa transición fue acordada por los dirigentes políticos del país peninsular, acuerdo que lleva el nombre de La Moncloa.

Ese matutino, respecto de Bolivia, en un editorial, dijo: Hay que apoyar a Evo Morales para que no se vaya a la izquierda. Entonces habían transcurrido meses del primer mandato de Morales.

Resumida así la actividad periodística de los diarios y otras publicaciones, debe quedar claro que los periodistas y los otros trabajadores de esos medios, participan de esa labor que es, básicamente, política y/o facilitadora de la política que ejercen otros como oficio ciudadano.

En otras palabras: periodistas, en sus medios, son actores de la política, todos los días, sin dejar de ser periodistas; y lo hacen así porque son periodistas.

Otros periodistas son facilitadores de la difusión de ideas y a veces sin que se den cuenta de eso. Periodistas neutrales existen, pero incluso esos neutrales apoyan, por omisión, una causa o dejan de respaldar otra causa.

Además, cuando se acentúa la lucha de clases, el accionar político-ideológico de los periodistas, en sus medios, se acrecienta aunque sea cuando opinan positiva o negativamente del accionar de los que se ocupan todo el tiempo de ese oficio. También son políticas las prohibiciones de periodistas a la organización de sindicatos en sus centros de trabajo.

La censura, la autocensura, las medias verdades, la manipulación y las mentiras son otras formas encubiertas del ejercicio de la política, de todos los días.

Lo dicho es para reafirmar que los medios de difusión y sus operadores ejercen la política constantemente, labor de la que algunos colegas creen, equivocadamente, que no son protagonistas, por acción o por omisión.

¡Viva la política y muera la politiquería!

*Periodista

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