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Campaña electoral y “compra” de votos del Presidente-candidato

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editorial

El Presidente-candidato a la tercera elección, en contra de la disposición transitoria dos de la Constitución Política que ayudamos a redactar y a refrendar la mayoría de los bolivianos, realiza una sostenida campaña electoral (él lo reconoció más de una vez implícita y explícitamente), los siete y más años de sus dos mandatos. Añadimos que una gestión gubernamental, eficaz aunque no sea eficiente, por sí misma constituye la mejor campaña electoral, han dicho voceros oficiales y oficiosos de los gobernantes, y tienen alguna razón. Esa campaña transcurre todos los días, es inocultable, por eso es de cínicos decir o creer incluso que tal campaña no la hacen los gobernantes incluso antes de la desafortunada instructiva presidencial para que los ministros, y otros funcionarios públicos, destinen la mitad de su tiempo para esa campaña con vistas a ganar, las elecciones del próximo año, con el 74 por ciento, según los deseos del Presidente-candidato.

Por eso nos parece una queja llorona la de los opositores cuando le reclaman, al principal gobernante porque aprovecha su investidura para hacer campaña con la entrega de obras, por ejemplo. En esa materia el Presidente-candidato no tiene competidores, admitamos esa realidad y los dichos, los que debemos leerla muy bien con ojos contemporáneos y sin prejuicios; aunque los dichos de los gobernantes pocas veces coinciden con lo que hacen.

Para nosotros la compra de votos del Presidente-candidato, con la pretensión de alcanzar los resultados electorales confesados, nada tiene que ver con la ética, es decir, ése es un comportamiento indecoroso.

Nosotros, desde este espacio editorial hemos dicho —lo que reiteramos— que Juan Evo Morales Ayma no va a ganar las elecciones de 2014, las va a comprar, algo así como lo que hizo Peña Nieto, presidente de México, por el PRI, el partido que ejerció una “dictadura constitucional perfecta”.

El comportamiento “electoral” del Presidente-candidato es, creemos, la materialización de otra instructiva suya que la resumimos así: debemos hacer o dejar de hacer —mandó—  todo lo que sea necesario para ganar las elecciones 2014, desde el gobierno y desde donde haya apoyo al candidato palaciego.

Sin embargo, está ofendido el Presidente-candidato, porque los medios informaron sobre la entrega que hizo de transformadores eléctricos e insumos a cooperativistas mineros del norte de Potosí, comprados con 3.639.827 de bolivianos, suponemos, con dinero que es de todos los bolivianos. Además, esos cooperativistas mineros pidieron 10 millones de dólares para el funcionamiento de una comercializadora de minerales extraídos por ellos y destinados al mercado; pedido que se agrega a la exigencia constante de esos cooperativistas de más y más predios mineralizados para explotarlos. Para que ellos los exploten de manera privada, operaciones en las que las relaciones de producción son propias del llamado capitalismo salvaje, en realidad se trata de empresas de las que depende la mayoría de esos nuevos operarios que trabajan sin contrato, sin servicio de salud, sin vacaciones, sin salario fijo, sin seguridad industrial, sin dirección técnica, sin pago por horas extraordinarias. Con menos palabras, esos grupos humanos, explotados y oprimidos, son lo más parecido a los mitayos de la colonia española, guardando las distancias de espacio y de tiempo, por supuesto. Subrayamos que son pocos los que allí ejercen un rol patronal, en los que vemos esa forma de producir en las que, equivocadamente, seguimos llamando cooperativas, a empresas capitalistas en mucho “informales”, formas de producir alentadas por el neoliberalismo.

De acuerdo a fuentes de los cooperativistas mineros, éstos suman 150.000 en el país. Y uno de los dirigentes de ese contingente humano, en su discurso de agradecimiento al Presidente-candidato, por los transformadores eléctricos, confesó que en reciprocidad ellos votarán por Morales, una reiteración de lo que dijeron otros. Citamos al nortepotosino:

“No simplemente queremos quedar con este agradecimiento que hoy hemos hecho, si hoy fueran las elecciones, los cooperativitas del norte de Potosí y los pobladores no necesitamos ver la papeleta, hermano Presidente, no necesitamos pensar, porque vamos a votar por usted, hermano Presidente”.

Los halagos y aplausos que sí le gustan mucho al Presidente-candidato le llegan de todos los costados. Más: los cooperativistas, cada vez le regalan a él cadenas de oro o esculturas que lo representan, aparentemente bañados en oro, como sucedió en el norte de Potosí, en la semana que concluye. Nos referimos a esas reuniones que son actos de respaldo electoral, en este caso, de sus “aliados naturales”, los que de paso le refuerzan la vanidad suya.

La respuesta del Presidente-candidato, ante la información resumida, configura una mentira dicha con el descaro que tendría que ser ajena a él. Ha dicho que con los cooperativistas mineros, a los que considera “aliados naturales”, tienen un acuerdo desde 2005, antes de la victoria electoral masista de ese año. Señalamos, para enmendar una omisión, que esos cooperativistas mineros también fueron aliados, aunque no hayan sido todos, de Gonzalo Sánchez de Lozada.

El Presidente-candidato, asimismo, agregó que los cooperativistas mineros demandan la atención de sus reivindicaciones. Para nosotros son privilegios de los que carecen, por ejemplo y para no ir más allá, los asalariados mineros dependientes del Estado.

Las cooperativas mineras, mejor dicho, esas empresas de un capitalismo salvaje, son las que más crecen. Los parajes mineros que explotan, en muchos casos, son lugares en los que no necesitan “preparar la mina”, directamente entran a saquear minerales, no pagan impuestos o sufragan regalías escasas, con certeza ocultan parte de su producción para abonar menos regalías a las regiones de las que extraen minerales. Más que eso: los créditos concedidos por el actual gobierno a los cooperativistas mineros, además de ser cuantiosos, no se sabe si se devuelven porque ni siquiera cubren intereses y lo más probable es que esos dineros sumen una mora “incobrable e impagable”, de acuerdo a precedentes, ese tipo de créditos hemos pagado o seguimos pagando los bolivianos.

Tenemos que pisar tierra firme: el acuerdo electoral y de mayor alcance entre el Presidente-candidato con los cooperativistas mineros, por ahora, es incontenible. Aquél debe sumar los 150.000 cooperativistas como votos seguros, a los que probablemente agrega a las esposas de aquéllos, a sus hijos, a sus familiares en edad de votar.

Ese pacto funciona bien y/o muy bien gracias al “toma y daca”: el Presidente-candidato regala a los cooperativistas mineros (dinero que es de los bolivianos) lo que para él es atender las reivindicaciones de ese grupo económico, en tanto que los integrantes de éste tienen comprometido, léase mejor, tienen vendido su voto. Así el Presidente-candidato compra las elecciones de 2014, la campaña electoral que sí hace, también con nuestra plata, es otra realidad que aunque no la compartamos, tomamos nota de ella.

Sugerimos esos ejercicios electorales porque la rebelión del pueblo, un derecho reconocido incluso en la introducción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, todavía no se ve por ningún lado, aunque hay muestras de que se agrieta el estado de derecho en Bolivia.  

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