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La gente del pueblo tendría que votar por el candidato que defienda sus intereses

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Cuentan que fue Bertolt Brecht, autor del poema “Los imprescindibles”, el que propuso que los intereses de los trabajadores sean presentados de manera interesante.

Con ese telón de fondo, en tiempos electorales, en Bolivia, es necesario entender las preferencias de los electores y, por tanto, al menos preliminarmente, establecer por qué las clases y capas sociales de nuestro país votarán por aspirantes a ocupar Palacio Quemado, cinco años más o los primeros cinco años, aunque se da por segura la victoria del Presidente-candidato y del Vicepresidente-candidato, en funciones. No habrá segundita, dijo el primero de los nombrados, cuando se habló de la posibilidad de la segunda vuelta electoral en nuestro país.

Esos dos candidatos tienen un electorado cautivo —seguro o duro dicen—, se trata de cocaleros, colonizadores, campesinos, grupos de indígenas de tierras bajas, cooperativistas (especialmente los empresarios-cooperativistas y los grupos más allegados a éstos), propietarios del transporte, sumados a éstos los contrabandistas de vehículos “chutos”, la masa de vendedores de ropa usada, gremiales (sobre todo de El Alto), empleados públicos (no todos), capas medias acomodadas o en ascenso (de Santa Cruz, en particular), comerciantes medianos y chicos, medianos propietarios de distintas actividades económicas, trabajadores por cuenta propia, jubilados y rentistas, militares y policías (los privilegiados), asalariados de la mayoría de las actividades productivas, pocos estudiantes y escasos universitarios, algunos intelectuales y menos técnicos, fracciones de empresarios y sus entornos…

Esas clases sociales o fracciones de clases sociales han sido y tienen certeza de que serán más favorecidas por los actuales gobernantes, en un tercer mandato que sería inconstitucional; nos referimos a los que creen que prolongarán el poder del binomio oficialista (cuando menos de Morales) hasta el 2030. Para eso, movimientos sociales proponen modificar la Constitución Política para que ésta autorice la elección indefinida del Presidente y del Vicepresidente del país. En otras palabras: esos movimientos sociales, con dos tercios en la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP) ejecutarían lo dicho por el ministro Choquehuanca: éste avisó que a su “hermano Evo” lo apoyarán, electoral y políticamente, en 2014, 2020 y 2025.

¿Por qué el apoyo electoral al binomio Evo-Álvaro? Sólo referimos algunos datos demostrativos:

Los cocaleros, que han dicho que les toca a ellos el ejercicio del poder a la criolla (a costa de coimas y el miedo), en el Chapare y en el país, tienen piedra libre para plantar coca, la que en su mayor parte se destina a la fabricación de cocaína. Basta recordar que ni siquiera los chapareños utilizan ese producto para el acullico, en tanto que esa hoja, para ese uso tradicional, procede de los yungas paceños, algo de Vandiola (Cochabamba) y poco de Apolo (La Paz).

Los colonizadores —los cocaleros, mayoritariamente, también pertenecen a este sector— con el gobierno actual acrecientan sus tierras agropecuarias. Éstos, también, son los que esperan la construcción del camino de la discordia (Villa Tunari-San Ignacio de Moxos) para apropiarse del TIPNIS, para sembrar y criar ganado allí, como ya lo hicieron los colonizadores en el Polígono 7, ex TIPNIS, además de la depredación consiguiente. En el parque Carrasco y en la reserva de El Choré, la depredación de colonizadores espontáneos es imparable.

Los cooperativistas mineros, en realidad empresarios, y una parte o la mayoría de los asalariados del sector, a cambio de las gangas obtenidas, tienen la certeza de que seguirá como uno de los grupos económicos privilegiados, por los actuales gobernantes, con una lamentable tarea que ya la materializan: la privatización acelerada de la economía minera. Las principales ventajas recibidas por esos falsos cooperativistas son: créditos que no los pagan, hablamos cuando menos de 36 millones de dólares; obsequios, como los 8 millones de dólares que les entregó el Presidente, así como equipo para operaciones mineras, y concesiones de parajes mineros, como las colas y desmontes de Catavi-Siglo XX.

Entre los contrabandistas de vehículos “chutos” hay los que le ofrecieron carros al presidente Morales para su campaña electoral, lo que aquél informó; entre ellos se cuenta, asimismo, a colonizadores que, gracias a que pueden, compraron autos “chutos”: y cuando ocurrió la primera “nacionalización” de esas unidades de transporte, en La Asunta, región cocalera, había 1.500 autos chutos, según la Alcaldía de esa localidad: datos creíbles porque en esas oficinas municipales consiguieron licencia provisional de funcionamiento.

Grupos de gremiales (de mercados y de ferias), propietarios pequeños y medianos, vendedores de mercadería que ingresa al país de contrabando, así como los que se ganan más por la subida de precios de los bienes de uso y consumo, entienden que éste es un buen tiempo para sus negocios, por lo que seguirán con los actuales gobernantes. Los que rechazan el pago de impuestos entienden que Evo Morales les ayudará a evitarlo con la mantención del llamado régimen simplificado.

La contradicción evidente entre los “ropavejeros” (vendedores de ropa usada), con los pequeños y medianos industriales, aunque de difícil solución debido al atraso industrial del país, sin embargo, hasta aquí el conflicto que surge de cuando en cuando, ha sido administrado por los gobernantes, es decir, se establecen prohibiciones, pero se sigue internando y vendiendo ropa usada, con una agravante nada esclarecida: los ropavejeros han denunciado que la ropa más nueva que ellos venden es comprada por dueños de comercios grandes y caros en los que se venden esas prendas que no dejan de ser usadas, a pesar de los arreglos con los que los presenten.

 Los empresarios grandes y la población en la que ellos influyen, incluso por televisión, hacen una propaganda por Evo Morales, cuando promocionan obras como el Teleférico de La Paz. Entre ellos, los banqueros en primera fila, son los beneficiarios de los cambios. Dejamos constancia de que cuando decíamos nuestras dudas respecto del actual acuerdo de los gobernantes, por ejemplo, con los patrones de la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO), un docente jubilado de la UMSA, entre otros, afirmaban que el comportamiento de los dos principales gobernantes bolivianos apuntaba a ese entendimiento en cualquier momento, y llegó. Datos que recogimos, con demora, nos convencieron de que, especialmente, para las dos elecciones en las que Juan Evo Morales Ayma fue ungido presidente, éste celebró acuerdo con empresarios grandes, criollos y transnacionales (incluidos los medianos).

Otros segmentos de los empresarios, en particular, los que se enriquecieron en tiempos neoliberales, así como la población en la que influyen, votarán por Unidad Demócrata (UD), en realidad por su candidato, antes que por la propuesta ofrecida en su campaña. Aquí, con frecuencia, los candidatos de los sectores todavía económicamente dominantes en Bolivia, ganan con un programa (con elementos novedosos) y gobiernan con otro al que le recortan algún filo que apunte a una reforma. El MNR, las dos veces que llegó al poder, como partido dirigente, gobernó con programas ajenos. Además, es frecuente decir que en Nuestra América el programa no es el factor determinante en la conducta de los electores.

Capas medias urbanas, las arruinadas en este tiempo o con menores ingresos a los que están acostumbradas, también sufragarán por el principal empresario del cemento.

La vieja militancia derechista votará por la candidatura que ahora ostenta la sigla del PDC, “tristemente célebre” en varios países del continente, también, aquí en Bolivia. La alianza de los demócrata cristianos con el banzerismo viene de hace años. Y los que voten por los candidatos de este partido tienen raíz derechista, fascista y profascista o, al menos, convivencia con el ultraderechismo.

Los Sin Miedo, que se definen como quienes no asumen ni el capitalismo ni el socialismo, lo que nos parece preferible para evitar extravíos a gente del pueblo, tiene como electores a las capas medias que tuvieron militancia o simpatía con los miristas más avanzados. Gente del pueblo, vaya a saberse cuántos, votarán por los candidatos del MSM, a pesar de que critican los acuerdos de esta organización política con militantes de derecha y otros que recuerdan que una dirigente de los Sin Miedo, antes Presidente del Concejo Municipal de La Paz, desahució a las ideologías.

Los candidatos del PVB tendrán respaldo de los defensores del TIPNIS y de los ecologistas de todos los pelajes. Los que, además, admiten que los indígenas de las tierras bajas (y también de las altas) proclamen que no son ni de izquierda ni de derecha. Pero si el principal candidato del Partido Verde sigue creyendo que los que esperamos a los indígenas de la VIII marcha, en La Paz, votaremos por él se equivoca profundamente. Esta afirmación no niega el mérito suyo en la defensa del TIPNIS, sobre todo, con las VIII y IX marcha indígenas; tampoco se niega que El País de Madrid (con los timbres derechistas que tiene) incorporó a Fernando Vargas en una lista de 100 personalidades influyentes en el mundo en 2011.

Luego del 12 de octubre trataremos de constatar si este ensayo de previsión, sin más pretensiones que la de un editorial, se confirman o se desmienten.

Dejamos sentado, sin embargo, de que estamos convencidos de que sectores del pueblo creen que los candidatos oficialistas son los suyos, con lo que mostrarían un extravío lamentable. Esta realidad nos persuade, asimismo, de que hay momentos en los que el pueblo en vez de votar por sus intereses, vota por los de una candidatura que compra los resultados electorales y que va a ganar con empresarios, los que en realidad ganarán tanto o más que los oficialistas. Y sin que lo adviertan aquellos sectores populares que lo apoyan, en realidad, perderán.

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