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Ideas de Espinal para un nuevo periodismo posible y necesario

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Editorial

Luis Espinal Camps propuso un "periodismo de clase", es decir, de los explotados y de los oprimidos, del pueblo de Bolivia, lo que ya entonces era posible y necesario. Ahora existen muchas más razones para retomar esas ideas del cura asesinado por los fascistas para buscar su materialización de un nuevo periodismo en estas tierras.

 

Espinal, es cierto, propuso un periodismo y un periódico — que el semanario Aquí— sea del pueblo, de los que no tenían voz, decía. O que tenían voz, pero que no contaban con un medio que la difunda, agregamos nosotros.

Un semanario que no debía reclamar independencia porque ni buscamos ni somos tales, agregaba este religioso, el más avanzado militante de la teología de la liberación, entre nosotros.

Afirmaba el periodismo de entonces (y de ahora también) no puede ser independiente en una sociedad dividida en clases sociales y en medio de la lucha entre ellas. "Nada se libra de la lucha de clases", dijo con letras de fuego. En ese planteamiento apoya su propuesta de buscar un periodismo de clase y, por tanto, si es de clase, no pretende independencia.

Un periodismo del pueblo porque propaga la información y la opinión suya. Un quehacer periodístico del pueblo. Éste encontraba que el impreso semanal que él fundó y dirigió, con otros laicos y religiosos, era propio. Por eso el semanario mantuvo, a manera de epígrafe en su primera página: "Aquí, semanario del pueblo".

Los periodistas, para Espinal, debían y deben ser los vigías, los ojos, los oídos del pueblo. Y tan trabajadores como los otros. Por ello este hermano, de todos los miembros del pueblo boliviano, estuvo convencido de que los periodistas venden su trabajo, pero no su conciencia, aunque nos la quieren comprar, añadía.

Sugería, asimismo, que los periodistas debemos rechazar la censura, es decir, el silencio que imponen los dictadores, como los que hubo en Bolivia y en nuestra América, porque tienen "miedo a la vedad". En tanto que la autocensura ("callar es lo mismo que mentir"), para él, era cobardía inocultable. Contra esas deficiencias del periodismo es necesario luchar, según Espinal.

Ese periodismo y esos periodistas son la más cara aspiración del pueblo boliviano y de las personas más avanzadas de los trabajadores de los medios de difusión.

En este semanario virtual estamos convencidos —para lo que nos apoyamos en una de las ideas fundamentales de Espinal— que nuestro colega y compañero Rogelio Peláez, precisamente porque se comportó como vigía del pueblo, desde el Estado y una tramposa judicatura como su componente, se lo sancionó con más de dos años de prisión; pena que se consumaría si los trabajadores de los medios de difusión, y sin apoyo del pueblo, perdemos la batalla en defensa de los derechos individuales y colectivos a informar, comunicar, opinar e interpretar; incorporados a la nueva Constitución Política. Derechos que ejerció el colega Rogelio desde el periódico que dirige: Larga Vista.

Espinal, en sus escritos periodísticos propuso mantener y fortalecer la unidad de los trabajadores y de la COB; analizó la democracia participativa porque la de tipo formal la consideraba limitada o "democracia vergonzante"; escribió sobre la necesidad de que la izquierda deponga una disputa por cuestiones secundarias y descubra que es más fuerte (o que debe ser más vigoroso) lo que tiene que unirla; señaló que los campesinos (indígenas incluidos) era un gigante dormido que empezaba a despertar porque en ese momento (1979) evaluó un severo bloqueo del camino La Paz-Copacabana sostenido por trabajadores del campo en demanda de reivindicaciones inmediatas. Asimismo, sostuvo que el pueblo tiene derecho a "subvertir" el orden social injusto.

"El cristiano y la revolución", es una de las notas periodísicas a la que tomamos como un testamento de Espinal.

En ese texto algo así como una declaración de principios, Espinal, deja escritas vigorosas manifestaciones como las que siguen:

—"La revolución en América Latina no se puede hacer sin los cristianos..."

—"... la iglesia defiende fácilmente el sistema, que por su parte le concede ciertos privilegios".

—"La iglesia oficial e instalada es contrarrevolucionaria".

—"... el cristiano participa en la revolución a título personal y como imperativo impuesto por su fidelidad al evangelio..."

—"Hay que recordar que la revolución no va a ser en favor de todos; sino solamente en favor de las mayorías".

"La iglesia tiene dos fachadas. Una es la iglesia de la conciliación, la que pone parches para suavizar las asperezas de esta sociedad de clases, es la iglesia institucional y burocrática. Y está también la iglesia de la ruptura, la que predica que esta sociedad es injusta, y sobre la injusticia sería un sarcasmo predicar el amor. Por esto la iglesia tiene dos fachadas; la iglesia instalada y la iglesia revolucionaria, la iglesia-institución y la iglesia-pueblo; o si queremos, la iglesia de los diplomáticos y la de los profetas.

Por esto, dentro de la iglesia se refleja también el eco de la lucha de clases; porque cada cara de la iglesia tiene sus partidarios; está la iglesia del poder y la iglesia de los pobres".

—Sería inadecuado aplicar el clericalismo en la revolución.

—"... la revolución y los cambios profundos en la sociedad los lideriza el pueblo, y no ningún grupo elitista o intelectual".

Con vistas a los actuales cambios en Bolivia, destacamos que una revolución no favorece a todos, pero que sí favorable a la mayoría. "El gobierno de todos los bolivianos", por ejemplo, es una de las falacias que se propagan en el último tiempo es nuestro país.

Que en la iglesia se refleja "el eco de la lucha de clases" forma parte del pensamiento de un cura del pueblo, de un combatiente que gastó su vida por los demás, como dejó dicho en sus escritos. Lucha de clases que, a pesar de que es una realidad cotidiana y sin cuartos intermedios, ahora se la ignora o se la oculta, a veces con el cambio de nombre.

Una verdadera revolución, para Espinal, debe ser dirigida por el pueblo. Éste, además, tiene que ser el actor principal de la revolución.

Han transcurrido un poco más de 32 años de que tomaron forma literal las ideas de Luis Espinal, que citamos, las que siguen vigentes y lozanas.

Amigos estrechos de Lucho, como cariñosamente se lo nombraba, suelen preguntar en días como los que corren: qué haría Espinal en este momento.

Nosotros afirmamos que el cura del pueblo defendería y ejercería los derechos a informar, comunicar, opinar e interpretar.

Asimismo, Espinal defendería el TIPNIS, en la primera línea, y se alzaría con el pueblo, con los indígenas, si fuera inevitable.

 

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