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¿Lo hecho sirve para agujerear el muro de silencio contra los Cinco?*

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Palabras de Ricardo Alarcón, presidente del parlamento cubano, en el Tercer Encuentro Juvenil de Solidaridad con los Cinco. 

Los niños preguntan Gerardo, Ramón, Antonio, Fernando y René son cinco inocentes que sufren trece años de injusta y cruel prisión. Han pasado buena parte de su juventud bajo un régimen carcelario especialmente duro para ellos, lejos de su tierra, de sus familias, de sus amigos, y sometidos frecuentemente a largos períodos de confinamiento solitario.

 

Sobre ellos cae también un castigo adicional que a todos debería avergonzarnos. Es el castigo del silencio. Nuestros Cinco compañeros no existen para las grandes corporaciones que controlan los llamados medios de información. Esos medios han levantado una muralla que rodea el caso y hace prácticamente imposible conocer la verdad que ellos encarnan. No basta con denunciar ese muro de silencio. Limitarse a eso sólo puede contentar a quienes vean esta lucha simplemente como un acto rutinario que suele cumplirse con la repetición de consignas.

De lo que se trata es de derribar ese muro de silencio. Nada más y nada menos. Y esa tarea sólo pueden realizarla los jóvenes. Porque es una lucha que requiere energía y creatividad, que debe despojarse de superficialidad y esquematismo, que exige amor y compromiso.

En alguna ocasión Gerardo afirmó que la justicia sólo vendrá cuando sea el veredicto de un jurado de millones ¿Cómo alcanzarlo?

Ante todo reconociendo sinceramente que estamos aún muy lejos de esa meta, que es mucho lo que nos falta por hacer y que es mucho más lo que podemos hacer.

Debemos insistir directamente sobre las grandes corporaciones mediáticas denunciando constantemente su cómplice censura y aprovechando los escasos resquicios que ofrecen incluyendo, por ejemplo, la publicación de anuncios pagados. Hay que reclamar igualmente a todos los medios alternativos que, en general, no dan a este tema una atención prioritaria. Y, por supuesto, tenemos que exigirles a nuestras publicaciones, las revolucionarias o progresistas, que cumplan no sólo con su deber de solidaridad, sino que hagan un periodismo auténtico y creador, capaz de vencer la modorra burocrática y sobre todo que se salga de los moldes de la dictadura mediática global.

Es preciso usar con inteligencia y audacia las nuevas tecnologías de la comunicación sin dejar de emplear los métodos insustituibles del trabajo político directo, persona a persona, que nuestras organizaciones aplican en su trabajo regularmente.

Los Cinco no cometieron otra falta que luchar contra el terrorismo. El gobierno que los encarcela nunca pudo presentar prueba alguna de que fuesen culpables de los principales cargos formulados contra ellos.

Lo reconoció por escrito la Fiscalía en este documento oficial del 25 de mayo de 2001 en el que admitió su fracaso respecto a la peor acusación contra Gerardo. Este escrito tiene ya diez años pero sigue siendo ignorado. Como se olvida este documento ratificado el 2 de septiembre de 2008 por el pleno de la Corte de Apelaciones de Atlanta que afirma, por unanimidad y varias veces, que en este caso no existía evidencia alguna de nada que hubiese afectado la seguridad nacional de Estados Unidos, o sea, que no había nada de espionaje, y en consecuencia declaró nulas dos sentencias relacionadas con ese tema. Desde entonces han transcurrido tres años y a muchos se les obliga todavía a creer que los Cinco fueron acusados de espionaje desconociendo por completo la determinación unánime del tribunal.

Ahora la batalla legal se centra en la apelación extraordinaria o habeas corpus a favor de Gerardo Hernández, Antonio Guerrero y René González. El gobierno ha pedido al tribunal que rechace estas peticiones de manera sumaria, sin recibir nuevas evidencias, sin discutir, sin escuchar a Gerardo.

Además de este documento por el que el Gobierno admitió que era imposible probar su culpabilidad, la defensa de Gerardo se fundamenta en dos argumentos decisivos que demuestran la naturaleza profundamente injusta de este caso y el éxito de Washington en ocultarlo.

La farsa judicial seguida contra los Cinco en Miami giró alrededor de una infame calumnia respecto al incidente del 24 de febrero de 1996, cuando fueron derribadas en aguas cubanas dos avionetas de un grupo terrorista que durante años realizó numerosas provocaciones sobre nuestro territorio. Gerardo no tuvo absolutamente nada que ver con ese incidente y el propio gobierno reconoció en este documento que no podía sostener su falsa acusación.

Pero además el gobierno de Estados Unidos tenía que probar que el hecho sucedió en el espacio internacional para tener jurisdicción sobre él. Los radares cubanos mostraban que ocurrió en Cuba, mientras los radares norteamericanos daban informaciones contradictorias o confusas. Con ese motivo la misión de la Organización de Aviación Civil Internacional que investigó el incidente solicitó a Washington que entregase las imágenes tomadas por los satélites de Estados Unidos. Washington se negó a suministrarlas hace quince años, se negó a hacerlo cuando lo pidió la defensa de Gerardo y se sigue negando ahora.

El otro argumento surgió en el 2006 cuando se descubrió que el gobierno norteamericano entregó cuantiosos recursos del presupuesto federal para pagar a los llamados "periodistas" que desataron una feroz campaña contra los Cinco y que amenazaron a los miembros del jurado ante las reiteradas protestas, entonces, de la Jueza. Pese a los numerosos esfuerzos del Comité Nacional por la Libertad de los Cinco y otros solidarios norteamericanos hasta ahora Washington se resiste a revelar todo lo que esconde sobre su conspiración con los medios locales de Miami para condenar a nuestros compañeros.

Son pruebas irrefutables suficientes para convencer a cualquiera de la total inocencia de Gerardo y sus hermanos, son más que suficientes para que el Presidente Obama ordene su liberación inmediata e incondicional. Por eso los medios controlados por Washington impiden a la gente conocerlas.

Preguntémonos valientemente si lo que hemos hecho es suficiente siquiera para horadar el muro de silencio. Respondamos la pregunta que nos hacen los niños de La Colmenita: ¿Qué más podemos hacer?

Fuente:

http://www.cubarte.cult.cu/periodico/letra-con-filo/los-ninos-pregunta

n/18817.html

(*Este título es de la redacción de Aquí).

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