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Julian Assange: Un resistente enjaulado

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espionaje yanqui

Eirik Vold

Truthout

Traducción por S. Seguí *

Julian Assange es el hacker itinerante australiano que ofreció al mundo la mayor filtración de documentos secretos de la historia. Siete meses después de haber buscado asilo en una embajada, la cruzada por la transparencia cibernética continúa.

“No es la primera vez que WikiLeaks ha sido objeto de ataques”, me cuenta Assange.

“ Hemos pasado ya por un par de peleas. Con un comandante en la base de Guantánamo. Un banco suizo nos demandó. Uno de mis amigos criptógrafos fue emboscado por unos agentes de inteligencia en un estacionamiento en Luxemburgo que intentaron hacerle hablar sobre WikiLeaks”.

¿Un amigo criptógrafo? ¿No les suena un poco como tener un amigo hobbit? Y de paso, una advertencia: si usted no está acostumbrado al vocabulario de Internet de hoy día, la historia de Julian Assange está llena de personajes que pueden parecer recién salidos de una novela de ficción científica: amigos criptógrafos con secretos vitales, que miran por encima del hombro para evitar que los atrapen; profesores excéntricos a punto de sacarse de la manga una máquina regida por la mecánica cuántica, con capacidad para destruir todo el ciberespacio si cae en las manos equivocadas; diminutos archivos torrent flotando en el espacio abstracto, incomprensibles y carentes de sentido por separado pero que se convierten en formidables paquetes de información capaces de derribar gobiernos si se consigue unirlos de la manera correcta y hacerlos llegar a las masas. Y todo ello bien real y bien vivo. Igual de real y vivo que los fiscales suecos y su petición de extradición de Assange, o los agentes de la CIA destacados en misión para evitar que WikiLeaks siga goteando información. O tan real como la pesada puerta de madera que acabo de abrir y que me da acceso a la embajada de Ecuador en Londres y que luego cierro cuidadosamente detrás de mí. Al margen de la voluntad de un polémico presidente suramericano, esa puerta es ahora la única barrera entre Julian Assange y yo en el interior y el oficial de policía de Scotland Yard (policía metropolitana de Londres) que espera pacientemente en el exterior con esposas, pistola y órdenes de arresto y deportación de mi entrevistado.

Viajando por el interior de Australia

“ Hago lo que hago porque he tenido la oportunidad”, dice Assange. “Porque nací en un país occidental, con la formación y los recursos materiales necesarios. Y porque me preocupan estas cuestiones”.

No se molesten en preguntarle si se ha convertido en el desvelador de secretos más famoso del mundo y el disidente occidental número uno debido a sus antecedentes familiares y a su infancia en el interior de Australia.

“ No me gusta nada ese enfoque”, dice.

Pero los antecedentes de Assange son especiales. Nació el 3 de julio de 1971, en Townsville, una ciudad de tamaño medio en la costa tropical de Australia septentrional. Se dice que su apellido, Assange, que suena a francés es una anglificación del nombre chino Ah Sang, es el de un pirata taiwanés que habría introducido el apellido a Australia. Assange se crió con su madre, y juntos vivieron en la clandestinidad durante cerca de cinco años, debido a un conflicto sobre la custodia del medio hermano de Julian. Cambiaron de domicilio cerca de 30 veces antes de que Julian cumpliera los 14 años.

Hay quien describe a Assange como una persona desconfiada, a veces casi paranoica. ¿Será por eso por lo que comenzó la entrevista haciéndome preguntas sobre mi español, al oírme charlar con alguien que pensé que era una empleada ecuatoriana de la embajada?

“ ¿Dónde aprendió su español? ¿Por qué habla con acento cubano?”

Su voz y su lenguaje corporal, sin embargo, revelan curiosidad más que desconfianza. Assange siempre ha hecho preguntas, y siempre ha estado dispuesto a llegar hasta el final para obtener las respuestas.

Les presento a Mendax

Desde su juventud Assange comenzó a aprovechar las oportunidades que ofrece el crecer en un país del Primer Mundo: educación, dinero suficiente para comprarse una computadora, y acceso a Internet. Les presento a Mendax, el seudónimo en línea de un hacker de 16 años llamado Julian Assange. Hoy, muchos consideran a Assange como el primer gran “hackerético” del mundo. Su equipo de hackers, llamado “Subversivos internacionales”, tenía unas reglas estrictas para sus actividades: no dañar los sistemas informáticos en los que irrumpieran (y no provocar su caída), no cambiar la información de los sistemas (excepto para alterar los registros a fin de cubrir su pista), y compartir la información. Otros creen que el seudónimo Mendax, que en latín significa mentiroso, es la manera más precisa de describir la personalidad de Assange. Todo el mundo, sin embargo, parece estar de acuerdo en que era un hacker de gran talento.

En 2002, Assange ingresó en la universidad. Con su naturaleza inquieta, pasó por dos universidades diferentes y de las ciencias naturales a la filosofía y la neurociencia. Las calificaciones que obtuvo fueron más bien mediocres, pero hubo una experiencia particular que resultaría decisiva.

“Me hice muy crítico de la academia. Las matemáticas en la universidad estaban financiadas por el gobierno y los estamentos militares de EE.UU. Teníamos que trabajar con modelos matemáticos que se utilizan para fabricar excavadoras militares, como las que desplegaron en Iraq y las que emplea Israel para demoler hogares palestinos. Había modelos de mecánica cuántica que podían ser utilizados para el espionaje masivo en Internet.”

Los estudios universitarios de Assange en Canberra y Melbourne no produjeron título académico alguno. Pero el hacker convencional —rebelde, pero apolítico— pasó por una metamorfosis profunda. Junto a lo que Assange llama “la torre de marfil de las conexiones con las relaciones del poder económico sobre el terreno” y la geopolítica mundial, Mendax incorporó la conciencia política de Assange el estudiante universitario.

El resultado fue WikiLeaks

En 2006, un año después de que Assange saliera de un campus universitario por última vez, se fundó WikiLeaks en la capital de Islandia, Reikiavik. Durante los primeros años de WikiLeaks, Assange viajó entre conferencias internacionales con nombres raros, como el Chaos Communications Congress. WikiLeaks organizaba reuniones y Assange hablaba con cualquier periodista que se tomara la molestia de escucharle. Mientras tanto, el personal de WikiLeaks extendía en silencio sus inquisitivos tentáculos por todo el ciberespacio en busca de secretos. Grandes secretos.

La biblioteca rebelde

8 de enero de 2010.- La cuenta Twitter de WikiLeaks lanza una solicitud de ayuda para descifrar un video sobre un “ataque con bomba de EE.UU. contra civiles”. Tres meses más tarde, el mundo pudo ver una clara grabación de vídeo, hecha en 2007, de dos helicópteros artillados Apache que atacan a un grupo de iraquíes indefensos, entre ellos dos fotógrafos de prensa de la agencia Reuters, con munición antitanque calibre 30 milímetros.

“Esta grabación —“Collateral Murder” (Asesinato Colateral)— se convirtió en el video icónico de la guerra de Iraq”, afirma Assange con orgullo.

Pero aún no habíamos visto lo mejor. Durante el año 2010, WikiLeaks hizo públicos tres enormes paquetes de información más: el Afghan War Diary (Diario de guerra de Afganistán), en el que soldados estadounidenses militares ofrecen la verdad desnuda sobre el asesinato por parte de la OTAN de civiles afganos, sus mentiras y secretos, y el apoyo a un corrupto régimen afgano bien poco democrático; otro paquete similar relativo a Iraq, llamado Iraq War Logs (Bitácoras de la Guerra de Iraq), y finalmente, Cablegate, una colección de cables intercambiados entre Washington y las embajadas de EE.UU. en 274 países, que cubre de 1966 a 2010.

Assange ponía al descubierto la violencia y deshonestidad de la política exterior de EE.UU. Las revelaciones hicieron temblar la tierra bajo los pies de regímenes y grandes corporaciones corruptos y tiránicos, y estimularon revoluciones, como en Túnez, y movimientos reformistas en Ghana y Kenia.

WikiLeaks es “la biblioteca rebelde de Alejandría”, declara Assange, haciendo un paralelismo con la mayor biblioteca conocida de la antigüedad clásica.

“Con Cablegate, hemos proporcionado la mayor enciclopedia geopolítica que haya existido jamás sobre cómo funciona realmente el mundo. Es muy difícil pensar en cualquier otra cosa en los tiempos modernos que se acerque a ésta.”

Assange se expresa con palabras grandilocuentes, pero las respalda insistentemente con números. En conjunto, las tres publicaciones contienen más de 700.000 documentos, que suman 251.276.536 palabras. Sólo Cablegate constituye el mayor paquete de material secreto que se haya publicado nunca.

¿Ha leído todos los documentos?

“No, pero he leído miles, muchos miles.”

“Es demasiado; es imposible leerlo todo, o conseguir un resumen completo de todas las revelaciones, pero el impacto en todo el mundo es enorme. Cada uno de nuestros comunicados provoca miles de reacciones, y siempre proporciona a la gente una percepción más clara”, dice.

La persecución comienza. Assange todavía no ha revelado cómo WikiLeaks consiguió descifrar el video “Collateral Murder” citado. Probablemente, uno de sus amigos criptógrafos tuvo algo que ver con esto. Pero en el Pentágono, algunos ojos se volvieron hacia un joven soldado estadounidense destacado en Iraq. El 26 de mayo de 2010, el soldado Bradley Manning fue detenido.

“Empezamos a darnos cuenta de que iban ya por nosotros”, dice Assange. Y ciertamente, era así.

“Nos avisaron de que estábamos siendo seguidos. Hubo periodistas que informaron de la presión de EE.UU. sobre diferentes países —Alemania y Australia— para hacer que nos procesaran legalmente. Hubo llamamientos públicos para mi asesinato por parte de destacados políticos estadounidenses; propuestas de ley para que WikiLeaks fuera declarada organización terrorista. El Pentágono anunció que había creado un grupo de trabajo de 120 personas de los servicios secretos y de defensa. La CIA y el FBI tenían los suyos, también”, afirma.

En Estados Unidos, el nombre de dominio de WikiLeaks en California fue cerrado. El Bank of America anunció que todas las transacciones relacionadas con WikiLeaks quedarían bloqueadas. Visa, MasterCard, PayPal, Western Union y Amazon lo imitaron. Por su parte, las autoridades fiscales alemanas comenzaron a ocuparse de WikiLeaks.

“ Algunos de mis amigos fueron detenidos e interrogados en los aeropuertos. Personas que sólo tenían conexiones remotas con WikiLeaks comenzaron a perder sus puestos de trabajo y sus contratos”, dice.

Pero el FBI pudo haber estado más cerca de lo que Assange imagina. En 2011, esta policía secreta envió un grupo de agentes en un jet privado a Islandia. Sin el conocimiento del gobierno de Islandia, los agentes del FBI persiguieron supuestos aliados de WikiLeaks y los llevaron a la embajada de EE.UU. en Reikiavik para ser interrogados.

No pueden pararnos

En esta entrevista, de dos horas y media, sólo una vez mostró Assange la impaciencia característica que exhibe cuando piensa un periodista dice algo estúpido. La ocasión surgió cuando interrumpí una larga discusión acerca de cómo las élites más poderosas engañan a los opositores potenciales y los inducen a la pasividad, con lo que dan la impresión de que tienen una mayor capacidad para hacer daño de la que realmente tienen. “Pero, tienes miedo…”, le pregunto, o mejor dicho, le afirmo.

“Esa es una afirmación boba”, responde Assange.

A lo que siguió un corto silencio incómodo.

“Así que usted cree que los que lo persiguen exageran la capacidad que tienen de hacer daño”.

“Los que quieren perjudicar a WikiLeaks constantemente exageran su capacidad de infringirnos daño. Son en su mayoría gente incompetente”.

¿Estamos ante el Mendax engreído, que nos habla de viejos policías indefensos empeñados en una torpe búsqueda de un joven y ágil hacker en el ciberespacio? ¿Ha olvidado Assange que está entrando en su séptimo mes encerrado en una embajada de 50 metros cuadrados, por miedo a acabar como Bradley Manning?

“No se trata de mí. Lo que me suceda no es importante, más allá de las dificultades prácticas que de ello puedan derivarse para WikiLeaks”.

Assange vuelve a una conferencia de prensa del Pentágono, de 2010, para explicar lo que quiere decir.

“Pidieron que WikiLeaks entregara todos los documentos, eliminara todas las copias y cortara todo contacto con los informantes —whistleblowers— que pudiera tener en el estamento militar de EE.UU. Y afirmaron que si no lo hacíamos, cito textualmente, “nos obligarían a hacerlo””.

Pero WikiLeaks no obedeció.

“Sí, nos sometieron a una gran presión, tomaron medidas financieras y jurídicas que siguen vigentes. Pero no hemos retirado ni un solo documento”, indica Assange.

Opina que el Pentágono ha quedado desprestigiado, que sus amenazas han perdido fuerza una vez que WikiLeaks ha ignorado sus demandas y continúa desvelando material.

“La primera vez nos lo tomamos en serio, pero cuando repitieron la misma demanda de nuevo nos lo tomamos a risa. Podrían ser capaces de vengarse de WikiLeaks, pero no podían detenernos.”

La filosofía de WikiLeaks

“¿La izquierda? La izquierda está todavía atrapada en la década de 1960”, afirma Assange secamente. Ideológicamente, es más bien partidario del mercado libre, a pesar de que afirma que los mercados siempre tienden a convertirse en monopolios a menos que se les obligue a operar libremente.

Puede que Assange no tenga miedo, pero está claramente tomando un gran riesgo personal con sus actividades de divulgación. Debe haber una fuerza motriz que lo impulsa, y desde luego no es una ideología política.

Respira profundamente.

“Puedo dar una respuesta larga y teorética, o corta, en función de la audiencia.”

Assange va a lo práctico ahora. O simplemente desea que se le entienda correctamente cuando está a punto de responder por qué un mundo lleno de medios de comunicación que compiten entre sí, movimientos políticos e instituciones de investigación realmente necesitan personas como él, que hacen público material secreto. Además, quiere hacer hincapié en un aspecto más profundo. WikiLeaks, dice, es algo más que revelaciones escandalosas y titulares llamativos.

“De la misma manera que la capacidad de resolver problemas físicos está limitada por nuestra comprensión de las leyes de la física, la capacidad para resolver los problemas de la sociedad depende de nuestra comprensión de las instituciones humanas. Todas las teorías políticas sobre cómo es el mundo y cómo debería ser se construyen sobre la base de esta comprensión.”

Por “instituciones” Assange entiende los gobiernos, los medios de comunicación, las empresas privadas y otras redes de grupos de poder. El problema, explica, es que mientras que las instituciones cambian constantemente a medida que absorben las nuevas tecnologías y hacen las viejas teorías anticuadas, la información acerca de cómo funcionan realmente está oculta, se mantiene en secreto.

“Gran parte de lo que se nos presenta ante los ojos y sobre lo que construimos nuestra comprensión del mundo está diseñado para hacer estas instituciones aceptables para el mundo exterior”.

“Por esta razón, sólo conociendo las comunicaciones internas de estas instituciones podemos entender la forma en que realmente funcionan. Así que, si queremos que el mundo sea más justo, si queremos que la humanidad alcance cotas más altas y no más bajas, entonces el primer paso es conseguir el acceso a esa información”, dice.

“Y luego están los medios de comunicación”.

Los grandes medios decepcionan

Desde las altas esferas teóricas, Assange conduce la discusión de nuevo a tierra. O más bien al barro, a lo que se convirtió en un conflicto sucio entre WikiLeaks y los principales medios de comunicación.

Todo comenzó como una dulce melodía. WikiLeaks hizo el trabajo inicial; The New York Times, Der Spiegel 1 y otros medios de comunicación de primer orden pusieron a funcionar sus mejores redactores y su enorme número de lectores, maximizando el impacto global de las revelaciones.

“Me impresionó mucho su trabajo y lo que logramos juntos al comienzo”, admite Assange.

Después, todo fue cuesta abajo.

Assange habla con indignación sobre cómo los medios de comunicación occidentales convirtieron un documento estadounidense sobre la compra de un misil iraní en una pieza de “propaganda por el miedo” al censurar la evaluación realizada por expertos en el mismo documento, que mostraba que la compra no constituían ninguna amenaza. También sobre Der Spiegel que decidió no publicar una información que mostraba a una desafortunada Angela Merkel en relación con los terribles testimonios de la Task Force 373 y su matanza de afganos inocentes —que The New York Times se negó a publicar—, y sobre lo que Assange considera un intento de difamación personal, que alcanzó su punto más bajo en agosto del año pasado año, cuando The New York Times escribió que Assange no tiraba de la cadena en el inodoro.

“Los medios de comunicación comienzan siendo pequeños. Pero cuando crecen, se les invita a sentarse con los poderosos. Entonces se convierten en parte de la misma élite poderosa que se supone que deben observar críticamente”, explica.

“Es vergonzoso”, Assange dice, “que un puñado de activistas de WikiLeaks haya publicado más documentos secretos que la prensa del establishment entera, con todos sus presupuestos multimillonarios, su competencia técnica y los recursos humanos de que dispone, todo sumado.”

Un salvador suramericano

19 de junio 2012: El Gobierno de Ecuador anunció que Assange había buscado refugio en la embajada de Ecuador en Londres y había pedido asilo político a este país. Unos fiscales suecos quieren que sea extraditado a Suecia para interrogarlo sobre las acusaciones de abuso sexual presentadas por dos mujeres suecas. Ambas manifestaron que tuvieron relaciones sexuales voluntarias con Assange en agosto de 2010, pero una de ellas afirma, entre otras cosas, que a Assange se le rompió el preservativo y que continuó el coito sin el consentimiento de su pareja. Hasta ahora, lo más cercano a unas pruebas que los fiscales han presentado es un preservativo roto, que más tarde resultó que no tenía ningún rastro del ADN de Assange 2 . Éste se ha ofrecido a responder a las preguntas por teléfono, o a desplazarse a Suecia a condición de que ese país garantice que no va a ser extraditado a los Estados Unidos, un país donde el presunto informador Manning ha sido encarcelado en condiciones que el Relator Especial de la ONU sobre la Tortura considera “crueles e inhumanas”. Los suecos rechazaron la oferta.

Así que, ¿por qué Assange optó por solicitar asilo político en un país conocido popularmente como la “república bananera” por excelencia de América del Sur?

“El presidente de Ecuador, Rafael Correa, es una persona realmente especial”, dice Assange, con una voz llena de admiración.

“Pertenece a una nueva generación de líderes. Personas como el venezolano Hugo Chávez que también han logrado cosas impresionantes, pero éste sigue siendo un líder militar. Correa es un economista que obtuvo su doctorado en Estados Unidos. Un nacionalista, en el buen sentido de la palabra, y un reformador social. Es una combinación muy interesante.”

El 15 de agosto del año pasado, sin embargo, mucha gente dudaba de que este salvavidas fuera suficiente para salvar a Assange. En respuesta a la concesión de asilo político de Ecuador a Assange, al día siguiente el gobierno británico transmitió una carta en la que amenazaba con suspender la inmunidad diplomática de la embajada y entrar a arrestar a Assange. Los medios internacionales publicaron serias advertencias sobre sanciones económicas, que tendrían consecuencias catastróficas para Ecuador, si no se ofrecía a Assange en sacrificio. La mayoría de los analistas opinaban que Ecuador daría marcha atrás. Correa reaccionó consiguiendo el apoyo de toda América del Sur a una declaración que condenó por unanimidad la amenaza y que empujó al gobierno británico, por miedo, a retractarse de manera humillante.

Assange sonríe cuando le pregunto qué pasó con el pálido, encorvado y moralmente derrotado refugiado de que hablaba la prensa británica últimamente. La vida de una persona perseguida puede ser dura, pero Assange tiene también un montón de amigos. El director de cine británico Ken Loach le ofreció una máquina para hacer jogging y un ex agente de la inteligencia británica entrena a Assange en las artes marciales en la embajada.

“Y ahora estoy mejorando también mi boxeo”, dice Assange.

El misterioso entrenador de boxeo —Assange no facilita su nombre— no es el único ex agente de inteligencia que ha tomado partido por el “bibliotecario rebelde” australiano. Una carta reciente al diario británico The Guardian en apoyo a Assange fue firmada por una impresionante lista de ex agentes de la CIA y ex colegas de otros organismos de espionaje. El 25 de enero, el agente de la CIA John Kiriakou fue condenado a dos años y medio de cárcel por denunciar la práctica de la tortura conocida como “el submarino” —waterboarding— por los militares de EE.UU., mientras que los torturadores siguen en libertad. Estos son tiempos difíciles para el personal militares y de inteligencia con ganas de hablar, en EE.UU., y muchos consideran a Assange y WikiLeaks como su voz.

Además, una larga serie de intelectuales, músicos, políticos de izquierda y derecha, hackers e incluso celebridades como Naomi Klein ha dado su apoyo a Assange y exigen que se le facilite la salida sin impedimentos hacia Ecuador. El Parlamento de la Unión Europea votó contra el bloqueo impuesto por Estados Unidos banca contra WikiLeaks. La semana pasada, el ministro de interior de Islandia, Ogmundur Jonasson, reveló que había expulsado del país a los agentes del FBI cuando se enteró de los interrogatorios ilegales en la embajada de EE.UU.

“Contamos con apoyo en todo el mundo. Pero el nivel mayor se encuentra en los países que han derribado a malos gobiernos en el pasado, y donde los archivos internos de los regímenes caídos han sido después elementos centrales del debate público”, explica Assange , apuntando a países como el antiguo régimen del apartheid de Sudáfrica y la ex Alemania del Este.

Pero las acusaciones de violación, tanto si se basan en la realidad 3 como si no, están ya ligadas al nombre de Assange, al parecer, y han minado su apoyo en algunas partes de Europa.

“Usted no es muy popular en Suecia, ¿verdad?”

“No en los medios de comunicación, pero las encuestas muestran que cuento con el apoyo de cerca del 55 por ciento de los suecos. Es justo el promedio si lo comparamos con otros países, y mejor que en EE.UU. y Gran Bretaña”, dice.

Una salida

La señora a quien en un primer momento tomé por una empleada de la embajada ecuatoriana resulta formar parte parte del equipo de juez posiblemente más famoso del mundo, Baltazar Garzón, que ha asumido a la tarea de liderar la defensa legal de Assange.

Garzón ya se enfrentó a Gran Bretaña en otro caso de extradición de alto perfil en el pasado. En 1998, el ex dictador militar de Chile, Augusto Pinochet fue detenido en Londres por orden de la Interpol. Garzón quería su extradición a España para su procesamiento por asesinato, tortura y secuestro cometidos durante sus 17 años de dictadura. El gobierno británico, sin embargo, dejó ir a Pinochet y permitió que regresase a Chile como un hombre libre. Ahora Garzón está tratando de convencer al gobierno británico de que Assange es inocente y que no merece un tratamiento más duro que aquél. Hasta ahora, en vano.

Sin embargo, Assange sigue siendo optimista.

“Tenemos mucha gente trabajando intensamente para hacer que EE.UU. ponga fin a la persecución de WikiLeaks”, dice, y parece creer que las acusaciones de Suecia también desaparecerán si los EE.UU. renuncia a su objetivo de aplastar a WikiLeaks.

“Pero en este momento, realmente no parece que las acusaciones en contra de usted y WikiLeaks estén a punto de desaparecer. ¿No tiene otro plan para salir de aquí?”

Hago la pregunta mientras miro hacia fuera por la pequeña rendija que dejan las cortinas pasadas de moda en la habitación. Fuera, no hay más de dos metros de la ventana al suelo, y se ve oscuro y abandonado. Especulaciones anteriores sostenían que los ecuatorianos tratarían de sacar de contrabando a Assange en valija diplomática hasta una lancha rápida a la espera en el Támesis, a un kilómetro de la embajada, y luego lo llevarían hasta aguas internacionales.

Assange ha planeado una vía de escape diferente. Pasa por las próximas elecciones parlamentarias de Australia: será un candidato del recién fundado partido WikiLeaks.

“25 por ciento del electorado afirma que va a votar por mí. Tengo partidarios entre los socialdemócratas, los conservadores y los verdes. Y el apoyo es generalizado en todo el país”, dice Assange.

Y la campaña electoral ni siquiera ha comenzado. La policía australiana ha dicho que los problemas legales de Assange en el extranjero no le impiden ser candidato en Australia.

Aún así, “escapar en un coche de la policía británica” es la opción con más baja cotización en las apuestas de Internet —sólo 1,38— según el sitio irlandés Paddy Power, que acepta apuestas sobre cómo el célebre refugiado abandonará al final la embajada. Un escaño en el Senado australiano se cotiza a 3,5.

Mientras siguen cruzándose apuestas, Assange aprovecha lo mejor posible la vida en sus 50 metros cuadrados. Y entretanto, WikiLeaks sigue bombeando documentos secretos. A pesar de la desconfianza mutua, la difamación y las acusaciones de censura, WikiLeaks y los medios del establishment se siguen ayudando mutuamente. Siguen haciendo falta dos para bailar un tango. WikiLeaks necesita el acceso al público y los periódicos necesitan titulares llamativos. Según las cifras más recientes de Assange, hay un artículo basado en material de WikiLeaks en uno de cada dos números de The New York Times. El tono pude haberse agriado, pero ninguno de los dos puede permitirse el lujo de soltar a su pareja.

Eirik Vold es periodista noruego, especializado en temas de América Latina.

1 En España, El País (N. del t.)

2 Quizás valga la pena notar que uno de los abogados de Assange afirmó en su audiencia de extradición, en 2011, que él no entraría a discutir que ambas mujeres “consideraran el comportamiento sexual de Assange chabacano, descortés, molesto o incluso cercano al límite de lo que a ellas les hacía sentir cómodas.” También hay que resaltar que las leyes relativas a la violación varían de país a país. (Truthout)

3 De hecho, las evaluaciones que hacen de las denuncias algunos líderes progresistas arrojan una luz inquietante sobre la forma en que la violación es considerada por sectores de la izquierda, al menos cuando uno de los suyos es el imputado. Algunos han desestimado las acusaciones inmediatamente, quizás poniendo en duda los supuestos subyacentes. En un análisis de las noticias sobre la situación de Assange a principios de este año, Alissa Bohling, de Truthout cita a Claudia García-Rojas, periodista que pasó tres años en la Brigada sobre la violencia contra las niñas y las mujeres jóvenes, de Chicago: “El hecho de que los hombres participen en 'el movimiento', entre comillas , en trabajos de justicia social no quiere decir que no puedan participar en el patriarcado, en algunos de los crímenes más horribles.”

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