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La posible neutralización del futuro gobierno

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Erick R. Torrico Villanueva*

Fuente: ANF

25 de agosto de 2025

Pertinencia programática, cordura, negociación y transparencia en las fuerzas que llegan a la segunda vuelta electoral son las exigencias básicas para evitar que el gobierno que será elegido en esa instancia quede anticipadamente neutralizado.

El dato más significativo de las recientes votaciones presidenciales, la exclusión práctica del ámbito formal de la política del llamado Movimiento al Socialismo y sus ramificaciones, fue muy pronto puesto en duda por el develamiento de las relaciones casi incestuosas que la candidatura que obtuvo el primer lugar en esos comicios mantiene aparentemente con esa agrupación decadente.

Otros dos hechos destacables de la jornada comicial, el cuidado del sufragio ciudadano y su eficiente conteo institucional, así como el evidente rechazo que recibió en las urnas el proyecto de poder que intentaron estructurar las organizaciones empresariales privadas, no han sido aún muy comentados. Y eso que no es poca cosa que, a diferencia del doble fraude perpetrado en 2019 –cuando el recuento de votos fue interrumpido y manipulado en favor de una candidatura que violentó la Constitución– esta vez la información preliminar sobre los resultados hubiese fluido con celeridad y sin cuestionamientos, como tampoco lo es que la balanza política haya empezado a decantarse luego de un sopor de más de veinte años.

Sin embargo, lo que importa ahora es que el paso dado por la ciudadanía en pos de remontar el lastre de inicios de siglo pueda concretarse efectivamente, objetivo que aún está sumido en la incertidumbre porque, al parecer, habrá de enfrentar algunas amenazas.

El principal de esos peligros está representado por la posibilidad de que, en su origen o muy tempranamente, el nuevo gobierno quede incapacitado para ejercer sus funciones y llevar a cabo las tareas que son tanto necesarias como esperadas. ¿Y cómo es que eso puede suceder?, pues al menos en razón de estos motivos:

  1. La falta de legitimación del binomio que salga electo, sea por un insuficiente respaldo del electorado, por una composición interna carente de credibilidad o por ambas cosas.
  2. El quintacolumnismo que, según repararon diversos observadores, está presente en uno de los bloques en competencia, el cual podría socavar su estructura y autoridad desde dentro, aparte de obstaculizar probables acuerdos de gobernabilidad.
  3. El acoso o los condicionamientos que, como ya ha sido anunciado, provendrán de quienes las votaciones terminaron echando fuera del sistema político oficial.
  4. Los rastros de improvisación que se advierte en varios de los nuevos parlamentarios y que reflejan problemas de consistencia en las organizaciones a que pertenecen.
  5. La obstaculización de los consensos que las tres fuerzas más votadas y las otras menores tendrán que plantearse en pro de una cooperación política primaria, compartan o no la administración del Estado.

Así, en el contexto de una grave crisis económica, política e institucional, la trama en que habrá de instalarse y desenvolverse el siguiente gobierno comprende tanto factores referidos a su propia conformación como otros, menos controlables, que dependen de diferentes agentes externos.

¿Estará una de las dos candidaturas que van a la disputa final en mejores condiciones que la otra para conjurar los “demonios” identificados y brindar al país las certezas mínimas que hoy hacen falta? ¿Y cuánto de conciencia y responsabilidad histórica será dable encontrar en las dirigencias y los seguidores de las otras fuerzas partidarias, incluidas las perdidosas y las ahora marginales?

Tras los comicios del pasado domingo 17 se ha llegado a una situación en que el peso mayor de lo que ocurra con el futuro gobierno lo tienen los actores políticos, circunstancia que en los hechos reproduce –con matices– aquello que sucedía cuando la “segunda vuelta” se efectuaba dentro del parlamento.

Por tanto, la obtención de un determinado caudal de votos en el balotaje del 19 de octubre no marcará diferencia, salvo que podrá aportar algo de capital al poder de negociación de la opción que venza o quizá también cierta orientación o presión para las demás organizaciones políticas.

En consecuencia, la clave para sortear la posible neutralización del próximo gobierno radica en el cumplimiento de los cuatro requisitos señalados en el primer párrafo de este texto, a lo que, además, convendría sumar la deseable solidez del equipo que deba asumir la nueva gestión estatal.

*El autor es especialista en comunicación y análisis políticoy vicepresidente de la Asociación de Periodistas de La Paz

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