Por: Alejandro Fierro
Carlos Filizzola era el ministro del Interior del Gobierno de Fernando Lugo el 15 de junio de 2012, cuando tuvo lugar la matanza de Curuguaty en la que fallecieron 17 personas —once campesinos y seis policías— durante un desalojo de tierras. El suceso fue utilizado por la oligarquía paraguaya para dar el golpe de Estado contra el presidente Lugo. Desde su escaño en el Senado, que aún mantiene a pesar de las amenazas de la derecha, su papel de dirigente en País Solidario —partido de la plataforma progresista Frente Guasú— y su puesto como miembro del gabinete político de Fernando Lugo, denuncia la ilegitimidad del gobierno golpista de Federico Franco y trabaja por la unidad de la izquierda para recuperar el poder en la elecciones de abril de 2013.
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Algunos compañeros de gran valía están desenvolviendo un debate e intercambio de cartas sobre el balance del reciente encuentro del Foro de Sao Paulo en Caracas.
Respeto mucho sus consideraciones.
Sin embargo, entiendo que ellas, que han tenido una interesante repercusión, indicativa del interés que cada vez más despierta dicho Foro, oscurecen la cuestión principal que se trató allí y la tarea central que surge de los acuerdos alcanzados entre decenas de partidos políticos, muchos de ellos en el gobierno, que se agrupan en base al principio de unidad en la diversidad.
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"Autoridades presentes de todas las latitudes y organismos, muchas gracias. Muchas gracias y nuestro agradecimiento al pueblo de Brasil y a su Señora Presidenta y muchas gracias a la buena fe que seguramente han manifestado todos los oradores que me precedieron. Expresamos la íntima voluntad como gobernantes de acompañar todos los acuerdos que ésta, nuestra pobre humanidad pueda suscribir. Sin embargo, permítasenos hacer algunas preguntas en voz alta. ? Leer más...
Los pueblos de América Latina y el Caribe están viviendo hoy un cambio de época, tras la larga noche del neoliberalismo que convirtió a la región más rica del planeta en la de mayor desigualdad social. Leer más...
Por Eva Golinger *
Desde la primera vez que Hugo Chávez fue electo presidente de Venezuela en 1998, Washington y sus aliados han intentado socavar su mandato. Cuando Chávez apenas era candidato presidencial, el gobierno de Estados Unidos le negó una visa para participar en algunas entrevistas televisadas en el país norteamericano. Luego, cuando ganó las elecciones presidenciales, el entonces embajador estadounidense en Caracas, John Maisto, lo llamó personalmente para felicitarlo y ofrecerle su visa. Los meses siguientes fueron llenos de intentos de "comprar" al nuevo presidente de Venezuela. Empresarios, políticos y jefes de estado desde Washington a España lo presionaban para que se subordinara a sus agendas. "Vente con nosotros", le urgía el entonces primer ministro español, José María Aznar, seduciéndolo con ofertas de lujo y riqueza, si simplemente cumplía con sus órdenes.
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