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Sabella no es Maradona

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Carlos D. Mesa Ex presidente de Bolivia

- 26/03/2013

Este partido nos ha permitido dos constataciones muy importantes. La primera, que Sabella no es Maradona. La segunda, que el Presidente se equivocó de vestuario.

Argentina no perdió 6 a 1 no sólo porque es un gran equipo, sino porque tiene un técnico que sabe perfectamente de su oficio, no transita por los caminos del ingenuo.

Los jugadores bolivianos han debido, a su vez, sentir un extraordinario estímulo y aliento en el momento tan difícil que pasan, al enterarse del reconocimiento recibido por Messi (con poncho tarabuqueño incluido). Dos imágenes de Argentina. Un Di María endemoniado que no hizo diferencia entre el Bernabeu y el Hernando Siles, un verdadero fuera de serie con la clase de uno de los contragolpeadores mayores del planeta. Un Messi displicente que falló un gol que no falla nunca. ¿Qué quería? ¿Hacerle un caño a Galarza? Raldes con un error simplemente inaceptable, fue salvado por la sobrada del diez albiceleste.

Dos imágenes de Bolivia. Un Sergio Galarza que tuvo cuatro atajadas especialísimas, tres de ellas de antología, como para recordarnos que la experiencia sí vale de algo. Un Veizaga que sin brillar jugó un partido integral como enganche y encadenamiento de un fútbol que tuvo sentido, orden y ritmo, exactamente el reverso de lo que vimos en Barranquilla.

¿Cómo jugó Bolivia? Con orden y con estructura. Un primer tiempo que podríamos haber calificado de impecable si no era la jugada en la que Messi queda libre y Banega remata al límite del palo izquierdo, lo que demuestra que -mirando la realidad- en los momentos definitivos no estamos a la altura. A pesar de ello me gustó una estructura defensiva atenta y con una marca que mordió aun en las situaciones más dramáticas. Me gustó que se saliera de atrás jugando, recuperando y con precisión en los pases. Me gustó -como siempre- la entrega algo sobrerrevolucionada de Chumacero. Me gustó, ¡cómo no!, el gol impecable logrado por Bolivia con un cabezazo de Martins.

En la segunda parte, Azkargorta optó por buscar mayor condición ofensiva y no la encontró. Arce no fue respuesta, tiene un fútbol predecible y falto de explosión. La salida de Cardozo, un creador que podría ensayar de vez en vez una jugada de menos, le quitó fuerza y claridad al ataque. Tampoco la decisión tomada con Bejarano pareció lo ideal, pero el sentido estratégico estuvo claro.

Algo que no parece entenderse es que, en un marco muy modesto, el técnico está apostando por una transición generacional dando oportunidades a una generación de recambio. No es poca cosa.

No volveremos a tener el placer de contar con Maradona de técnico argentino en La Paz, y esperamos no volver a ver las confusiones de un hincha admirado, que se olvida de que el ánimo lo necesita el equipo nacional al que representa por el cargo que ocupa.

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