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Se agota el poder de Evo Morales y empieza su caída

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de sábado a sábado 486

Remberto Cárdenas Morales*

Estos últimos días en Bolivia y durante las elecciones del 20 en cierto modo, dos bloques sociales y políticos se disputan el poder estatal.

A pesar de las diferencias, que son más patentes en el bloque opositor, con las diversas acciones que despliega: paros, bloqueos, marchas, cabildos y otras, ahora exige la anulación de las elecciones del 20 de octubre, y nuevas elecciones sin los candidatos anticonstitucionales Evo Morales y Álvaro García; renuncia inmediata de éstos a los cargos que ocupan (en contra de la Constitución); rechazo a la auditoría a los comicios del 20, emprendida por iniciativa de la OEA y aceptada por el presidente Morales y sus seguidores; independencia política del CONADE comités cívicos. plataformas ciudadanas y de organizaciones sindicales y profesionales (profesores y médicos), respecto de los partidos políticos (la vieja derecha, dicen); ninguna tregua y, por tanto, sigue el paro, señalan; en realidad huelga política, aunque no se lo diga expresamente.

Los dos caídos en Montero (Santa Cruz) han sido declarados héroes de la democracia.

Estas medidas han sido aprobadas, con palabras más o con palabras menos, en cabildos de La Paz, Santa Cruz, Potosí, Cochabamba, Sucre. Oruro, Cobija (Pando); así como en encuentros o cabildos, como también se denominan, realizados en El Alto, Trinidad y otros lugares.

El bloque oficialista, defiende la “victoria electoral fraudulenta” de Evo-Álvaro, con acciones similares a las que impulsa el otro bloque: vigilias, bloqueos de caminos, marchas, inicio de cerco a ciudades…

Con esas medidas, además, el bloque oficialista afirma que repudia el desconocimiento de citadinos “racistas” de los votos de campesinos e indígenas, así como alega que defiende la democracia.

Sobre el racismo, en otro texto similar a éste, se dijo que el racismo es antiindígena y antimestizo, es decir, de dos vías.

Martí, que luchó y murió en combate por la primera independencia de Cuba, escribió que en su país había racismo de los “blancos” respecto de los negros y de éstos frente a los considerados blancos, mestizos, en verdad.

Respecto del supuesto desconocimiento de los votos de campesinos, los datos que se conocen deben convencernos de que cuando paralizaron el conteo rápido y éste llegó al 83 por ciento (e incluso al 94 por ciento, según un ejecutivo de la empresa contratada para ese servicio), había sido computada “una gran parte del voto campesino”, dijo por su parte, para la red Erbol, el ex vicepresidente del Tribunal Supremo Electoral (TSE), Antonio Costas.

Ese comportamiento defensivo (y ofensivo) de los masistas, es comprendido cada vez mejor por los bolivianos, y que es una victoria fraudulenta la de Evo-Álvaro.

Junto a ese proceder de los oficialistas es urgente recoger lo dicho por el ministro de la Presidencia: que en Bolivia se desencadenará un Vietnam moderno, para imponer aquella victoria fraudulenta de los dos mandatarios. Una amenaza como ésa merece un comentario, el que ofreceremos a los lectores de Aquí en próximas ediciones.

El movimiento de los oficialistas tiene como telón de fondo una denuncia de Morales, anterior a las elecciones y reiterada después de éstas: El supuesto golpe de estado cívico-político, ante una eventual victoria suya. Incluso si ganaba con el 51 por ciento hubiera golpe, añadió.

Esa denuncia del supuesto golpe, sin embargo busca, como en otras ocasiones, que los partidarios del Presidente vean que él es víctima de la derecha, amiga del imperio estadounidense.

Pero no se debe subestimar esa denuncia que es creída por distraídos y que está destinada a desorientar.

A esta altura cabe una explicación: Para el título de esta columna sabatina parafraseamos el título del libro de Sergio Almaraz Paz: El poder y la caída (El estaño en la historia de Bolivia), con lo que le rendimos homenaje al estudioso de la política de nuestro país, militante hasta su último aliento y maestro de varias generaciones. Sigue este comentario.

La lucha por el poder político en nuestro país cobra perfiles violentos, aunque ambos bloques contendientes afirman que su accionar es democrático y que excluye la violencia, la que es ejercida sobre todo por los oficialistas.

Sin embargo, el bloque en el que manda Morales, sin competidores, no está en retirada y sería desacertado, si entre los dirigentes y militantes del bloque opositor, se esperara la huida del presidente Morales, como ocurrió con Gonzalo Sánchez de Lozada.

Ante ese supuesto equivocado es necesario decir que en la historia universal (y en la boliviana), los hechos ocurren como tragedia y se repiten como comedia, de acuerdo a Marx: planteamiento que se recoge como teoría y como método.

Esta es una referencia imprescindible porque no se repetirá de manera idéntica ningún octubre rojo (2003), nombre que preferimos para las jornadas liberadoras de El Alto y de La Paz, sobre todo.

Ejemplos de Latinoamérica y nuestros tendrían que covencernos de que las elecciones —salvo las de Venezuela con Hugo Chávez y sólo parcialmente—casi nunca son una forma de lucha para resolver la cuestión del poder, elemento esencial de toda revolución (Lenin). Las elecciones, sin embargo, podrían aproximar al pueblo al poder estatal.

El Presidente y el Vicepresidente actuales, ejercían sus funciones los primeros meses de su primer mandato y decían que ellos en Bolivia no conquistaron todo el poder, pero que con la Asamblea Constituyente sí que avanzaron hacia la toma plena del poder, dentro de un proceso al que llamaron revolución democrática y cultural. Revolución que para Aquí y el columnista que firma este escrito, en Bolivia de estos últimos 13 años, hubo y hay reformas burguesas, es decir, cambios dentro del modo de producción capitalista dependiente y atrasado.

Ahora una acostumbrada pregunta ayudaría a conseguir una respuesta: ¿quién vence a quién?

El bloque de los gobernantes, pese a que está aislado cada vez más, en Bolivia y fuera del país, conserva fuerzas superiores, respecto del bloque opositor, si se cuenta como parte del bloque gobernante a la Policía Boliviana y a las Fuerzas Armadas, aunque si éstas se pronunciaran en favor de la vigencia de la Constitución tendrían que retirar su apoyo a los candidatos ilegales y fraudulentos, lo que antes tampoco hicieron para impedir que Morales desconozca el NO a su repostulación, expresado en el 21F por el 51 por ciento de los electores del país.

Debe tenerse en cuenta, además, que los oficialistas y Morales, especialmente, consideran hace algún tiempo el uso de las armas, contra el pueblo, para evitar la entrega del gobierno y del poder, incluso ante una derrota electoral.

El Vietnam moderno en Bolivia, al que se refirió el ministro Quintana, sirve también para advertir la disposición que tienen estos gobernantes, anuncio que busca intimidar en este momento.

El bloque opositor, tiende a compartir un programa de realización inmediata, el que se resumió anteriormente.

Entre los dirigentes e integrantes del bloque opositor, sin embargo, se reconocen ideas divergentes. Mas lo que tendría que preocupar mucho más es que comités cívicos, como el de Santa Cruz, el que se muestra como el partido informal de la derecha de aquella región oriental, pisa fuerte en el actual movimiento.

Este bloque opositor es, asimismo, heterogéneo y no es posible que no lo sea. Pero es necesario evitar que, aunque sólo sea de palabra, se excluya a sectores que están en las batallas de estos días. Esas exclusiones, dañan al movimiento y es urgente evitarlas. Es un desacierto mermar el movimiento porque lo que debe hacerse ahora es sumar y sumar gente al bloque opositor. Y las ideas divergentes ojalá se las discutan para que, este bloque crezca también con su discurso.

La lucha de estos días continúa y en estas páginas se comentará lo que suceda en nuestro país. Y sobre el desenlace, se postula desde aquí que sea favorable a la mayoría de los bolivianos, mayoría que está representada, sin duda, por el bloque opositor.

Un apunte adicional, aunque aquí se afirma que el poder de Morales se agota y que empieza su caída, no se sugiere siquiera que por generación espontánea acabará el actual régimen, de dominación y con rasgos autoritarios, apreciación que presupone que Morales podría devenir en un dictador. Tampoco caerá el régimen imperante sólo como resultado de sus contradicciones que no resuelva o por las mentiras que difunde: hay necesidad de hacerlo caer, con la fuerza de la masa (Zavaleta).

Morales ha dicho que “ricachones” pagan a “vándalos” para que se enfrenten con los masistas. En la misma oportunidad señaló que está preocupado por lo que ocurre en el país.

Sánchez de Lozada, durante la rebelión que sepultó a su gobierno, utilizaba un similar lenguaje al empleado por Evo Morales: El empresario-presidente, además de mentir como Evo Morales, afirmaba que éste pagaba a los alteños con plata de Libia y que contrataba vándalos que atentaban contra la vida de los pocos que apoyaban a su gobierno.

Morales propuso cuarto intermedio en el movimiento de estos días hasta que acabe la auditoría. Es una señal alentadora que el bloque opositor responda a ese llamado con la ofensiva.

A la razón que le asiste al bloque opositor es necesario sumar fuerzas, inmensamente superiores al bloque oficialista, para que éste acabe vencido por el pueblo, en nuevas elecciones o más allá de las elecciones.

*Periodista

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