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Los potosinos muestran que nada se consigue sin lucha

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Los dirigentes cívicos potosinos acaban de aprobar un cuarto intermedio, en su paro que duró casi un mes, junto con otras medidas, como la marcha hacia la sede de gobierno, para que éste atienda un pliego de peticiones de 26 puntos. Sin embargo, sigue la emergencia entre los pobladores de ese departamento y ya se ha convocado a una marcha de la dignidad potosinista, en vez del desfile en homenaje a la fundación de Bolivia, así como se espera la realización de un cabildo abierto (una asamblea popular a la que asisten los que se sientan convocados o se autoconvoquen), en el que se espera que se adopten nuevas medidas para que los gobernantes atiendan sus demandas.

Para una evaluación, que toca hacer a los potosinos, desde esta columna editorial de Aquí, nos animamos a decir, otra vez, que el movimiento inconcluso sobre el que escribimos, empezó como una acción cívica y derivó en un accionar político. Sin embargo, a la vez, sigue siendo cívico.

Ese movimiento ha mostrado posibilidades y limitaciones en los dos bloques enfrentados.

Los ministros que asistieron al diálogo después de los forcejeos diversos, dijeron mentiras, como la de Juan Ramón Quintana que culpó al ex ministro de Salud,  Juan Carlos Calvimontes haber ofrecido, a los potosinos, servicios de salud más allá de las posibilidades reales del Estado y/o del gobierno. El Ministro en funciones remató que Calvimontes hizo demagogia.

No obstante, de acuerdo a declaraciones del ex Gobernador de Potosí, Félix González, el que ofreció el hospital de tercer nivel para la ciudad del Cerro Rico fue el mismísimo Juan Evo Morales Ayma. Sólo después de esa promesa, con ribetes electorales, se buscó y consiguió un terreno de 26.000 metros cuadrados, y que el Bando Interamericano de Desarrollo (BID) tome a su cargo la elaboración de un proyecto, para cuya ejecución se requería más de 40 millones de dólares. Incluso el ex Gobernador señaló para la red de radios, Erbol, que el Ministerio de Salud demoró la firma del convenio para la materialización del proyecto que existe a diseño final. Este dato apunta lo contrario de lo afirmado por J.R. Quintana.

Si hubo demagogia en ese ofrecimiento, aquélla fue y es del presidente Morales, primer funcionario público que ofrece obras (es lo que más ofrece) sin previo estudio y luego como si se olvidara de lo prometido (recordemos en ofrecer, ofrecer…). Esa es la primera mentira dentro del frustrado diálogo gobernantes-dirigentes de COMCIPO.

Creemos que la segunda mentira o una explicación que configura una media verdad, que es lo mismo que mentir, es la que sigue:

La fábrica de cemento en Coroma (Potosí) fue otra promesa electoral de Morales. El proyecto fue elaborado, con las deficiencias que se han anotado en el diálogo que comentamos, por empleados del gobierno y funcionarios de la Gobernación potosina. De acuerdo a la valiosa información entregada por F. González, el momento en el cual los proyectistas establecieron que con gas natural, como combustible, sería rentable aquella cementera y ante la inexistencia de un gasoducto, los mismos técnicos cayeron en la cuenta de que primero debía contarse con una red que transporte aquel hidrocarburo barato y, además, menos contaminante respecto de otros. La comprometida fábrica de cemento en Coroma incluso debió instalarse según ley específica aprobada por la mayoría de masistas en la anterior asamblea legislativa y promulgada por el “jefazo” Morales.

Nuestra realidad boliviana y latinoamericana, para no ir más lejos, nos ayudan a entender que las mentiras nunca sirven de argumento. Pero sí ayudan a desorientar incluso a no pocos que se creen informados.

Una tercera mentira es sostener que el movimiento cívico de Potosí es federalista. Esa afirmación es de gobernantes, así como éstos afirman que la derecha dirigió (¿y dirige?) aquel accionar, el más importante en este tercer mandato del presidente Morales. Algunos de ese movimiento deben asumir ideas federalistas, así como hay de los que se definen como evistas. Es también evidente que derechistas conocidos han apoyado y apoyan a los cívicos potosinos. Sin embargo, el pliego de peticiones no contiene demandas —y menos que sean predominantes— de la derecha de esa región o del país. En cambio, la derecha de varios lugares del país tiene acuerdos o coincidencias a la vista con los actuales gobernantes: una muestra de esta afirmación es lo que dice el diario El Deber de Santa Cruz, principal vocero de la derecha cruceña, en un editorial de este 2 de agosto y que publicamos en esta edición de Aquí (02-08-15). Otra confesión evidencia es que se necesitan entre los actuales gobernantes y los empresarios transnacionales, como los de la Sumitomo (dueña de San Cristóbal de Potosí): declaraciones del vicepresidente García Linera y del Gerente de esa empresa cuando visitó Bolivia. El primero, hace días entre otras cosas, dijo: "Estoy aquí (en San Cristóbal) para reafirmar el compromiso del Gobierno de Bolivia con la empresa Sumitomo, para darle garantías. No se asuste.” El gerente de Sumitomo, en La Paz, Kuniharu Nakamura, afirmó: "El aporte que tiene el proyecto San Cristóbal en Bolivia es grande y es en ese sentido que nosotros quisiéramos continuar con esta relación que tenemos con el Gobierno actual, una relación de gana y gana (win win, en inglés) en el desarrollo de nuestras actividades empresariales.”

Esas confesiones nos convencen de que los actuales inquilinos del Palacio Quemado prefieren los intereses de los empresarios, criollos y transnacionales, en vez de los intereses de los potosinos.

Es cierto que aquéllos pagan y pagarán un precio político, en el conflicto irresuelto y que sostienen los potosinos, pero confían en que ese costo no será muy alto, como dijo en 2010 el entonces ministro Coca, luego de 19 días de paro de los habitantes de Potosí: “que el gobierno perdió algunas moneditas.”

El presidente Morales, durante el conflicto, declaró que no estaba preocupado por esa acción de fuerza. No obstante, ese dicho más parece una coartada. Pero si realmente a Juan Evo Morales Ayma no le preocupan aquel problema, de potosinos y de bolivianos, la pregunta obligada es: ¿Qué tipo de Presidente tiene Bolivia al que no le preocupan los líos que sí debe atender y solucionar, mediante el diálogo, tal como se lo pidieron?

Sin embargo, al Presidente le preocupaba el conflicto por lo que prefirió bailar y jugar fútbol en Sahapaqui (21-07-15). Ese día Morales, ante la población, dijo: “Con tanta rabia —seguramente aludió a los líos en la sede de sus funciones— me he venido a bailar y a jugar...” (La cita es de “Ahora en serio” de El Animal Político, suplemento del diario La Razón de La Paz del 26 de julio).

En Puna (Potosí), los días de mayor confrontación gobernantes-potosinos, el Presidente, como si nos reclamara, señaló que por él el Papa vino a Bolivia y se refirió a la demanda marítima del Estado, que por él hubo y habrá Dakar y que por él hubo reunión del Grupo de los 77 + China, en Santa Cruz (2015).

El Presidente también habló del federalismo que enarbolan ciertos potosinos, como ideas y prácticas de la derecha, según el principal funcionario público de nuestro país.

Es fácil deducir que al presidente Morales le preocupa en grado sumo su reelección indefinida, por lo que deben hacer o dejar de hacer todo lo que consideren necesario allí donde se encuentren gobernantes, parlamentaros, empleados públicos, los de la generación Evo (antes trabajadores sociales) y otros operadores masistas.

 Sobre las luchas de los potosinos es urgente rememorar dos episodios señeros: durante la dictaduras militares y fascistas, especialmente jóvenes (universitarios sobre todo y también estudiantes de secundaria), tomaron las oficinas de tránsito, a las que metieron fuego, como consecuencia de la furia del pueblo ante los crímenes de los dictadores. Esas fueron acciones de primera línea, aportes de una prolongada resistencia que discurrió en los campos: ideológico, político, social, cultural y del enfrentamiento físico, aunque éste con limitaciones.

La empresa transnacional Litcko, que había firmado un convenio con gobernantes encabezados por Jaime Paz Zamora, para la extracción de litio del salar de Uyuni, fue expulsada del país, gracias a una acción de los potosinos, de alcances político-ideológicos, reivindicativo-cívicos y socio-culturales, como es el comportamiento de nuestros pueblos y, en particular, de los potosinos que lo poco que tienen lo han conseguido con su lucha.

El balance del movimiento de los potosinos, que sigue en curso, lo harán ellos. Mas, como una apreciación de este vocero virtual decimos que es más lo que han perdido Juan Evo Morales Aima y su gente, que lo que perdieron los pueblos potosino y boliviano. Los potosinos acumulan fuerza cívica, política y social. Los gobernantes pierden adherentes, incluso en algunos sectores del agro potosino, en los que el apoyo a los inquilinos del Palacio Quemado era casi total. Estos son vistos, ahora, cada vez más como lo que son: socios de los empresarios grandes, criollos y transnacionales (de la CAO y de la Sumitomo), así como de los propietarios medianos: cocaleros, cooperativistas-empresarios mineros, colonizadores, propietarios del transporte...

Lo dicho por el Presidente de COMCIPO ante un canal de televisión paceño es para propagar: él voto por Juan Evo Morales Aima porque creyó que éste iba a industrializar el país. El dirigente cívico, como cada vez más potosinos y bolivianos, entendemos que, por  ejemplo, Pocoata (Potosí) podría alcanzar algún peldaño en su desarrollo humano si se hubiera instalado un mejor hospital, en vez siquiera de algunas de las 27 canchas de básquet construidas como parte del programa: “Bolivia cambia, Evo cumple”.

Los potosinos siguen en lucha y el presidente Morales continúa prometiendo para ganar votantes, pero cuando gobierna parece que incluso olvida sus promesas electorales. Se comporta como esos políticos y/o politicastros que ofrecen construir puente incluso en un lugar en el que no hay río. Y, por añadidura, como respondió el candidato a diputado, Cantinflas, cuando alguien en una concentración electoral le hizo notar que por esa región no había río —para construir puente como acababa de ofrecer—, respondió que construiría un río.

Algo más debe afectar al Presidente: que un baluarte electoral como el potosino cuando menos ya no es la reserva electoral de los últimos 10 años. Por ello, el Presidente, para ganar otras elecciones —como ya lo ha hecho, añadimos— promoverá más fraude electoral, meterá más miedo entre los sencillos de esta tierra y gastará más plata para comprar votos.

Ante ello, el pueblo habrá ganado si el movimiento cívico de los potosinos se convierte en un aporte en el camino de formar la nueva unidad del pueblo boliviano que de veras sea democrática, popular, plurinacional, antiimperialista y revolucionaria, en la ruta de la segunda y definitiva independencia de esta patria.  

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