Editorial
El Presidente, según su Ministro de Trabajo, está dispuesto a revertir las concesiones mineras de la empresa South American Silver (SAS) al Estado boliviano si acuerdan esa medida los pobladores de los municipios de Sacaca y Charcas (Potosí). El funcionario de gobierno añadió que el primer ciudadano del país invitó a delegados de las comunidades, ahora enfrentadas, a una reunión que debió realizarse el domingo 8, a las 5 de la mañana, en Cochabamba. Sólo después del acuerdo se firmaría el decreto supremo de la reversión.
En Mallku Khota, en la que existe una laguna y cuya agua sirve a las personas y a los animales, desde hace varios años la SAS explora para calcular las reservas de oro, plata e indio. Otra fase sería la explotación de esos yacimientos muy ricos, de acuerdo a entendidos que tienen estudios y estimaciones previas a las operaciones de la SAS.
Los comunarios se dividen en tres grupos, lo que resulta lamentable: unos que quieren que la empresa transnacional siga explorando en el lugar, con la esperanza de que llí haya trabajo y desarrollo; otros se alistan para extraer esas riquezas naturales no renovables mediante cooperativas y los menos plantean que el Estado, mediante Comibol, lo haga.
Recordemos que los primeros, los pro SAS han llegado hasta La Paz para respaldarla y han sido recibidos con indisimulado respaldo de funcionarios del gobierno. Los pro cooperativa, con intereses personales evidentes, cuentan con la barra de las organizaciones sindicales de esas cooperativas. Los pro extracción estatal, sobre todo, tienen el aliento de autoridades locales, como la del Gobernador de Potosí.
La simpatía de los gobernantes con los comunarios que respaldan las operaciones mineras de la SAS, de manera implícita han respaldado la detención y el proceso criminal contra el principal dirigente de los pobladores de Mallku Khota, ahora con detención domiciliaria ordenada por un juez, luego de permanecer varios días en la prisión potosina de Kantumarca. Cancio Rojas alegó, en su defensa, que los días en que se enfrentaron comunarios con policías en Mallku Khota, y dos de éstos fueron tomados como rehenes, se encontraba en La Paz, lo que no le sirvió para evitar las medidas cautelares en su contra.
La toma de los dos primeros rehenes pertenecientes a las filas de la Policía Boliviana (PB), fue ya una señal de la resolución de lucha de la gente del lugar. La toma de rehenes fue practicada, en diferentes momentos, por los mineros asalariados, en lugares como Siglo XX-Catavi en 1949 y despuéss. Alguna vez Juan Lechín Oquendo comandó esa acción drástica, en el lugar en el que se encontraba el más combativo contingente del proletariado boliviano. Toma de rehenes —es bueno decirlo—, que se manterializaron cuando los trabajadores no podían ni siquiera "dialogar" con los empresarios, sean éstos privados o estatales; diálogo, que también hay que recordar, con frecuencia tiene que ser impuesto por la lucha de los trabajadores o comunarios, como es el caso de Mallku Khota.
Los rehenes de los últimos días en esa localidad fueron dependientes de la SAS, ingenieros entre ellos, a los que se "los presionó psicológicamente". Sobre estas presiones psicológicas hay que añadir que es suficiente "presión psicológica" que civiles retengan a otros civiles, así sea bajo el manto de la justicia comunitaria. Esa drástica medida, sensiblemente, nada tiene que ver con la pretendida complementariedad de la que hablan los indígenas y en realidad se aproxima o es parte de la lucha de clases que casi siempre, cuando se agudiza, es particularmente áspera. La muerte del campesino José Mamani Mamani, por herida de bala, según un médico forense y el Defensor del Pueblo de Potosí y por cuya vida el gobierno pagará una indemnización, es unresultado luctuoso de esa lucha.
La liberación de los tres últimos rehenes, dos ingenieros de la SAS y un cabo de la PB fue conseguida por gestiones de la comisión gubernamental encabezada por el Ministro de Trabajo, un ex trabajador fabril paceño. Acuerdo que fue posible luego del anuncio de la posible reversión al Estado de las concesiones que detenta la SAS. Nosotros añadimos que ojalá la fe del Estado y del gobierno no sean otra vez puestas en duda debido a una falta de cumplimiento de la palabra y de la firma empeñadas, a lo que por lo demás no debemos acostumbrarnos. Veremos.
El Presidente había instruido, a funcionarios del Ministerio de Minería, que debían favorecerse las inversiones de la SAS, es decir, que ésta debía continuar sus operaciones mineras, lo que implica que ni las cooperativas ni Comibol debían ocuparse de la extracción de oro, plata e indio, existentes en esos parajes.
El comportamiento de los gobernantes y del Presidente permitían deducir que la política minera actual da prioridad a las inversiones extrajeras en la minería, tipo San Cristóbal. Sin embargo, también sabemos que alguna ONG (no todas son como cree el Presidente) aconsejó para la explotación de esos recursos mineralógicos un plan parecido y mejorado, respecto del que se aplica en San Cristóbal (también en Potosí), como el traslado de la población de Mallku Khota cuando menos a 10 Km. y medidas de seguridad industrial para mermar la contaminación del medio ambiente, etc. Sin embargo, algún funcionario del gobierno dijo, en voz baja, que ya no eran posible otras alternativas porque, entre otras cosas, existe un contrato firmado por el Estado boliviano y la SAS. Tampoco debemos olvidar lo que dijo el Ministro de Minería: que luego de la fase exploratoria se consultaría a los comunarios sobre la explotación de esos recursos.
Sobre el acuerdo de los habitantes de los municipios de Sacaca y Charcas, sugerido por el Presidente, es pertinente una pregunta aunque la respuesta parezca clara: ¿Si los comunarios no se ponen de acuerdo no habría reversión al Estado de esas concesiones?
Nos parece que otra vez el Presidente encarga a los comunarios una conciliación de intereses entre grupos humanos enfrentados debido a los intereses materiales, sin ninguna orientación gubernamental, sin que el primer ciudadano boliviano tome partido en defensa de los verdaderos intereses regionales, populares y plurinacionales. Eso es como lavarse las manos por anticipado, una manera de superar a la anécdota bíblica: lavarse las manos antes de ensuciarlas o lavarse las manos sin ensuciarlas y también después de percudirlas.
Así estamos en Bolivia. Y nosotros no decimos lo que resulta hasta cómodo en este tiempo: "No podemos entender". Al revés, tratamos de entender.
Para nosotros el Presidente busca una salida al conflicto de y pro Mallku Khota con las manos, cabezas, seguridad y vidas de los comunarios del lugar. Él ni siquiera oficiará de árbitro. Un Presidente, candidato todos los días a la reelección, no quiere perder ni un voto y menos los que él cree cautivos, vale decir, imperdibles.
El Presidente sueña con quedar muy bien con todos, como hermano mayor de la comunidad, porque necesita todos los votos de los comunarios. Si para ello se sacrifican intereses regionales, populares y plurinacionales, legales y legítimos, importa mucho menos que la reelección presidencial, aunque para esa acción electoral, el Tribunal Constitucional Plurinacional, viole la Constitución Política o apruebe una sentencia parecida a la referida a la consulta posterior para construir el camino de la discordia.
Pero parece que el Presidente pierde de vista que la batalla electoral de 2014 la puede perder en cada una de las acciones en las que él es actor central. Para evitar esa derrota de alcance estratégico, debe recuperar los recursos mineralógicos que explora la SAS en Mallku Khota, para la región, el pueblo y la patria. Esta vez no debe extraviarse.