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La liberación del campesino es también la liberación de todo el pueblo

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Discurso de Fidel Castro en el VI aniversario del asalto al cuartel Moncada, en la concentración campesina, en la Plaza Cívica.

La Habana, 26 de julio de 1959.

[...] ¡Porque la reforma agraria va! ¡Y la reforma agraria va! Y no solo va, sino que ahora va mejor todavía, porque ahora tenemos en el bolsillo 20 000 000 de pesos más, 20 000 000 que hemos recuperado de las cuentas bancarias de los malversadores, 20 000 000 que se les quedaron en la fuga, 20 000 000 que extrajeron como sanguijuelas de la economía de nuestro pueblo, de los recursos de nuestro pueblo. Y la reforma agraria sale hoy de esta tribuna con 20 000 000 de pesos más para los campesinos.

 

Luego, veo muy difícil que puedan venir a recobrar esas 38 000 cabezas de ganado, que puedan venir a recobrar esos 20 000 000 de pesos, que puedan venir a recobrar esas 8 000 caballerías de tierra y los bienes enunciados aquí, que no son más que una parte; porque, además, ya ha percibido el Instituto de Reforma Agraria los diecisiete millones y medio de pesos que es, hasta hoy, la suma que significa el haber anulado los billetes de 1 000 y los billetes de 500.

Y a toda esa relación hay que añadir una relación de edificios de apartamentos, una relación de solares y otra serie de bienes, que hacen ascender a más de 100 millones de pesos el valor de los bienes que, a través del Ministerio de Recuperación, ha vuelto a recobrar la república y que -como ustedes ven- pasan directamente al Instituto Nacional de Reforma Agraria.

Veo muy difícil que puedan venir a recobrar esas tierras, porque en esas tierras y en los grandes latifundios vamos a sembrar campesinos, ¡vamos a sembrar campesinos que van a echar raíces allí y para arrancarlos tendrían que arrancarlos con la tierra! Porque para quitarles otra vez la tierra a los campesinos, tendrían que matar a este medio millón de campesinos y al millón y medio que quedaron en el interior de la república.

Así, que ¡qué equivocados están! ¡Qué equivocados están los que crean que van a venir otra vez a recobrar sus "finquitas", sus "cuentecitas" y sus "negocitos"! ¡Qué equivocados están! Porque no me explico ni cuándo ni cómo; no me lo explico. Porque yo no puedo explicarme que pueda nadie, con ninguna justificación, ni con ninguna razón, ni con ninguna fuerza, vencer este formidable espíritu moral de nuestro pueblo. Porque no es ni siquiera una cuestión de número, ni una cuestión de fuerza. Es, sobre todo, una cuestión moral la justicia de lo que estamos haciendo, la nobleza de lo que estamos haciendo, y que ha despertado este espíritu moral en nuestro pueblo que es como un gigante indoblegable. ¡Qué equivocados están!

[...] Porque la Revolución hacia donde primero tiene que dirigir su esfuerzo, es hacía aquellos sectores del país que más lo necesitan. Ese es un principio de justicia elemental [...].

[...] Y como los campesinos, como nuestros hermanos campesinos, son hoy los que más nos necesitan, a ellos tenemos que ayudarlos en esta primera etapa. Y ayudarlos de la misma manera en que ellos, a su vez, en la medida en que se liberen económicamente, en la medida en que progresen, ayudarán al progreso de toda la nación. Porque esta es la primera gran verdad que nuestro pueblo comprende —y de ahí el por qué del porcentaje tan alto de ciudadanos que respaldan a la reforma agraria—-, ¡la primera verdad!, que la reforma agraria no solo era la liberación del campesino, sino también la liberación de todo el pueblo.

Así, hoy nos toca ayudarlos a ellos. Y el pueblo los seguirá ayudando. Y nosotros continuaremos dirigiendo hacia ellos, como hacia los pescadores, como hacia los carboneros, como hacia todos aquellos sectores que viven en las peores condiciones, hacia allá iremos dirigiendo nuestro esfuerzo; hacia la educación de los hombres, de los hijos de las familias campesinas. Porque el analfabetismo tenía un índice muy elevado en nuestros campos, porque no había escuelas ni maestros suficientes; la mortalidad infantil tenía un índice elevado en nuestros campos, porque no había asistencia médica ni condiciones de salud. Pero no estará lejano el día en que hasta el hijo del campesino que vive en los más remotos rincones de Cuba sea también un estudiante. Porque estudiantes -como decía ayer en la reunión de los delegados de la Federación de Estudiantes de Segunda Enseñanza-, estudiantes deben ser todos los hombres jóvenes, estudiantes deben ser todos los niños y todos los jóvenes; porque no hay razón para que estudiante solo sea una parte del pueblo, cuando estudiante debe ser todo niño en edad escolar, todo joven en edad de enseñanza secundaria, todo joven en condición de adquirir una carrera.

Y llevaremos no solo la tierra, no solo la satisfacción, los remedios a los males materiales; llevaremos también los remedios a los males espirituales.

Y por ahí hemos empezado.

El campesino de hoy es el héroe de la patria. El campesino de hoy ya no es el hombre de ayer, a quien los intereses creados y los poderosos se interesaron en mantener tanto en el olvido, en la ignorancia y en el ridículo, porque querían que aquel hombre jamás se liberara. [...]

 

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