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A propósito de la noche de San Juan

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Max Murillo Mendoza

Tenía un par de años en esta vida, recuerdo los llantos de mi madre. Esos momentos terribles mi padre escapaba de lo que se llamó después la masacre de la noche de San Juan, allá por el norte de Potosí. En esa noche muchos hombres escaparon de las balas asesinas de la guerra fría, caminaron por las montañas en el gélido invierno hasta llegar a Oruro. Todo lo que vino ya son historias casi conocidas en nuestras historias latino americanas. Pero de esos tempranos años recuerdo la alegría de las fogatas de San Juan. Eran noches festivas y realmente alegres alrededor de las fogatas. No estaba de moda el calentamiento global y a occidente le importaba un carajo la contaminación ambiental, que ya era preocupante y galopante. Esas fogatas populares y festivas están hoy prohibidas.

 

Todo tiene que ver con todo, cierto: es el descubrimiento de occidente de lo que nuestras milenarias culturas ya lo sabían desde siempre. Pero también es cierto que sólo unos pocos gozan de los beneficios de la economía y de lo que se llama desarrollo, en este mundo. Por el norte, durante muchos meses al año, y todos los días en el invierno, los hogares de millones de habitantes se calientan por fogatas, y mucha leña. Y nadie dice nada de la contaminación y otras vainas. Por el norte, millones de automóviles, casi uno por habitante, circulan todos los días y noches contaminando el ambiente, y nadie dice nada al respecto. Es decir, esta moda de ser ahora verde y ecologista es sólo para los del sur de este mundo? Somos nosotros, encima de nuestra pobreza material y económica, los que tenemos que ser también conscientes de todo lo que sucede en el norte? Cierto que científicos y gente no corriente por el norte hacen los esfuerzos necesarios, para no ser del montón. Y no quiero justificar la irracionalidad del desorden de estos lados del mundo. Simplemente me da bronca y siento la injusticia de los enormes despropósitos del norte, en comparación con el sur. Por qué? Ellos tienen más derechos? Cuál es, desde lo ético y moral y filosófico, el fundamento de esas acciones? Por qué son más desarrollados? Se merecen ser los más derrochadores?

Lamentablemente el modelo derrochador y destructor de occidente ha sido exportado, muchas veces a fuerza de cañones y bala, por todo el mundo. Y distintas y variopintas oligarquías las han adoptado como el modelo a seguir. En América Latina las ignorantes y poco pensadoras oligarquías han seguido como fieles discípulas este modelo. Su sueño es la industrialización, es decir la destrucción de este hábitat. En eso no hay diferencia alguna entre izquierda y derecha, son hermanos gemelos. Ideológicamente seguirán peleándose para justificarse frente al poder; pero estarán en la misma cama del desarrollo y la destrucción, porque son hijos del mismo padre occidental.

Es bueno tomar conciencia de nuestro hábitat y casa común que es la tierra: todo tiene que ver con todo, como decían nuestros antepasados. Y que debemos cuidar y preservar para las futuras generaciones; pero sería bueno también no tragarse la pildorita y la receta de moda verde, y ecológica así por así nomás. Las injusticias y las injustas maneras de distribuir la riqueza, fruto del colonialismo e imperialismo estructural, han tenido la habilidad de hacernos sentir culpables de asuntos en el que ellos son los responsables directos. En este tema ambiental son ellos los culpables, y siguen siéndolo con sus dobles actitudes hipócritas, derrochando y quemando fogatas todos los días, y discurseando en defensa del medio ambiente frente al mundo. Consumiendo en cantidades irracionales las riquezas de todo el planeta, y pidiéndonos que seamos verdes y no derrochadores a los más pobres. Ese modelo de injusticia histórica se ha trasladado al paquete de moda ecológica.

En estas épocas de modas ambientales ya no tenemos la fogatita de antaño de San Juan. Pero los revolucionarios del MAS han logrado "nacionalizar" miles de miles de autos contaminantes y la mayoría viejos, que seguirán destruyendo el aire de nuestras ciudades todos los días. Y las alcaldías nada dirán al respecto, ni los ambientalistas y verdes. Así todos quedan impunes: el modelo derrochador que vende automóviles a moros y cristianos, los gobernantes que necesitan esos dineros de los impuestos para seguir robando, la policía para seguir cobrando coimas, y así sucesivamente la civilización occidental sigue de fiesta con su estructura destructiva y sangrienta, sin que nadie asuma nada y empiece a destruir al sistema, que sería lo más coherente y moral.

Cochabamba, 23 de Junio de 2011.

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