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Yo no soy un hombre, soy el pueblo: Jorge Eliécer Gaitán

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En Colombia asesinan a líder del pueblo el 9 de abril de 1948

Yo no soy un hombre, soy el pueblo: Jorge Eliécer Gaitán

Yuri Aguilar Dávalos

30 abril 2020

Corría el año 1948 y se vivía mucha violencia en Colombia; solo faltaba un año para nuevas elecciones, en las que Jorge Eliécer Gaitán, el liberal radical, era el favorito.

Este líder —hábil abogado, fogoso orador, defensor de humildes y cautivante en sus promesas— apasionó a multitudes, pero al mismo tiempo se convirtió en un riesgo para el statu quo, un riesgo para la oligarquía gobernante, tanto liberal como conservadora, pues Gaitán que arrastraba a multitudes, sobre todo a los desposeídos, era un peligro para sus intereses. Su planteamiento lo resumía él mismo en un concepto: la restauración moral y democrática de la república.

El 7 de febrero de ese año Gaitán convocó a la Marcha del silencio, en protesta a la escalada de violencia que se intensificó desde agosto del 46 con la asunción de Mariano Ospina Pérez del Partido Conservador a la Presidencia. Se dice que esa marcha y concentración reunió a 100 mil personas en una Bogotá que entonces tenía 400 mil habitantes. Ningún grito, ninguna arenga, solo banderas negras en señal de luto por los cientos de víctimas fueron las consignas que primaron en esa movilización.

El único orador de esa concentración fue Gaitán, quien, en una parte de su discurso, dirigido al entonces Presidente de Colombia, y como una especie de premonición a su pronta inmolación que llegaría en dos meses más, dijo: Nosotros, señor Presidente, no somos cobardes: somos descendientes de los bravos que aniquilaron las tiranías en este suelo sagrado. Pero somos capaces, señor Presidente, de sacrificar nuestras vidas para salvar la tranquilidad y la paz y la libertad de Colombia...."

Las elecciones presidenciales para el año siguiente aseguraban la victoria de Gaitán, quien estaba convencido de que el pueblo lo elegiría. Yo no soy un hombre soy un pueblo, y el pueblo es mayor que sus dirigentes, decía retando a sus mismos correligionarios del Partido Liberal. El Gaitanismo era el ala radical del Partido Liberal, conformado por los desposeídos que aspiraban llegar al poder detrás de su líder.

Aunque Gaitán ofreció su vida para que haya paz, en el fondo no concibió que alguien fuera capaz de atentar contra su integridad. Tanta era su confianza en sí mismo que nunca aceptó tener guardaespaldas que lo protegiera. Ninguna mano del pueblo se levantará contra mí y la oligarquía no me mata, porque sabe que si lo hace el país se vuelca y las aguas demorarán cincuenta años en regresar a su nivel normal, afirmó en uno de sus discursos

El 9 de abril de ese mismo año Gaitán es asesinado al mediodía, al salir de su oficina. En el lugar es atrapado el supuesto asesino, pero hay testimonios que fue otro el asesino y que ese infeliz, un desocupado con trastornos mentales, que fue linchado por la turba enfurecida y abandonado en las puertas del Palacio de Gobierno, fue un chivo expiatorio, una víctima más de un complot nunca develado.

Inmediatamente el grito ¡Mataron a Gaitán! se regó por toda Bogotá y el pueblo indignado salió a las calles, al que se unió una parte de la Policía, la que entregó armas a los manifestantes; los insurrectos identificaron al partido gobernante, el Partido Conservador, como el autor del crimen.

La convulsión social desencadenó en el asalto a locales comerciales, a ferreterías para “apropiarse” de cualquier instrumento que sirviera de arma contundente; se quemaron edificios donde funcionaban entidades públicas, pero también inmuebles privados; pero, la furia del pueblo fue también aprovechada por el hampa.

Este fatal episodio conocido como el Bogotazo, dejó muchas víctimas mortales, cifra que nunca se pudo procesar, la que osciló entre 500, según la versión gubernamental, hasta 3 mil según otros recuentos.

A partir de entonces aparecieron las guerrillas campesinas liberales, las que luego conformarían las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo (FARC-EP), hoy convertida en partido político tras un acuerdo de paz y desarme, aunque algunas fracciones disidentes continúan levantadas en armas, pero con poca o ninguna legitimidad por sus relaciones oscuras con el crimen organizado. Pero no solo esa disidencia está inmersa en la violencia de hoy, sino también otros grupos guerrilleros como el Ejército de Liberación Nacional o el Ejército Popular de Liberación, asimismo grupos delincuenciales herederos del paramilitarismo que en décadas anteriores tuvieron vínculos con la fuerza pública y con políticos que llegaron al poder.

Hoy, en tiempos de emergencia de la pandemia por el Covid-19, la violencia no se ha paralizado. La pugna de estos grupos armados por copar las rutas del narcotráfico y/ controlar zonas de sembradíos de la hoja de coca está descargando la violencia contra los líderes sociales, contra defensores de su pequeño terruño o contra defensores de los derechos humanos, los que son dirigentes de consejos comunitarios, juntas de acción comunal o de cabildos indígenas, quienes son acusados por estos grupos delincuenciales de dar información a su enemigo, por lo que se convierten en objetivo militar al que hay que eliminar[1].

Dos organizaciones de defensa de los derechos humanos apuntan que en el primer trimestre de este año hubo entre 60 y 70 asesinatos de líderes sociales[2]. Recién nomás, el 27 de abril pasado, en el Cauca, zona cocalera, un líder social y tres familiares fueron asesinados (la esposa, la hija y la nieta)[3].

Hasta 2017, el gobierno de Juan Manuel Santos reveló que en los más de 50 años de conflicto hubo 983.033 homicidios, 165.927 desapariciones forzadas, 10.237 torturas, 34.814 secuestros y 7.134.646 personas fueron víctimas de desplazamiento de sus lugares de origen[4].

El nombre de Gaitán sigue siendo utilizado por grupos de izquierda y de derecha por la convocatoria que tiene, y en su nombre se cometen crímenes con los que el líder jamás estaría de acuerdo. Desgraciadamente Gaitán sacrificó su vida, pero ese sacrificio no acabó con la intranquilidad y la violencia imperante, sino más la acentuó, la que sigue hasta hoy.

El pensamiento de Gaitán es poco conocido por la población, porque en el sistema escolar no forma parte del currículo; más bien los gobernantes tratan sistemáticamente de olvidarlo. Una de sus aspiraciones sigue pendiente hasta hoy: Cercano está el momento en que veremos si el pueblo manda, si el pueblo ordena, si el pueblo es el pueblo y no una multitud anónima de siervos.

 


[1] https://www.hrw.org/es/world-report/2020/country-chapters/337323

[2] https://www.eltiempo.com/justicia/conflicto-y-narcotrafico/cifras-de-lideres-sociales-y-desmovilizados-de-farc-asesinados-en-2020-segun-indepez-480144 y https://www.elespectador.com/colombia2020/pais/los-rostros-y-luchas-de-los-lideres-sociales-asesinados-en-lo-corrido-del-2020-articulo-913792

[3] https://www.semana.com/nacion/articulo/en-mercaderes-cauca-asesinan-a-lider-social-y-a-su-familia/667049

[4] https://www.telesurtv.net/news/colombia-conflicto-armado-victimas-reporte-20190408-0002.html

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